Estamos subiendo a éste nuestro blog, pcvlosguayos.blogspot.com, la intervención del diputado comunista por el Estado Carabobo, Alcides Rodríguez, sobre la Ley Orgánica de Educación que se discutía en el congreso el 19 de marzo de 1975.
CONTINUACIÓN DE LA PRIMERA DISCUSIÓN DEL PROYECTO DE LEY
ORGÁNICA DE EDUCACIÓN. 19 DE MARZO
Ciudadano Presidente, ciudadanos Diputados: Me toca intervenir, a nombre de nuestra Fracción, en este debate que se realiza en torno a la Ley Orgánica de Educación.
Al comenzar mi intervención quiero señalar que nosotros partimos, en el análisis de este Proyecto de Ley Orgánica de Educación, de algunos elementos básicos o parámetros, a partir de los cuales elaboramos un juicio sobre el Proyecto que se trae a esta Cámara de Diputados.
En este sentido, debemos decir que, al igual que otros Diputados, concebimos que la educación y la base económica del país se hallan estrechamente unidas; que el proceso educativo en lo fundamental refleja las características de la estructura económico-social que corresponde a nuestro país, y que, en este sentido, nuestro proceso educativo todavía sigue siendo el que corresponde a un país con una estructura capitalista dependiente del imperialismo, en particular del imperialismo norteamericano.
Consideramos, además, que a esta dependencia frente al imperialismo, está sujeto, no sólo nuestro desarrollo incipiente, sino, como parte del atraso, la pobre calificación de los trabajadores en nuestro país, siendo esto un rasgo importante y fundamental en el desarrollo de nuestra sociedad.
Entendemos la educación como un proceso selectivo que tiende, en cierto sentido, a moldear el pensamiento de los grupos humanos que integran nuestra sociedad, de los individuos que la forman. Nos parece que este proceso selectivo ocurre aquí y en cualquier otro régimen social. Pero, creemos que en una sociedad dependiente, como la venezolana, opera además un proceso que no existe en los países que han roto con el capitalismo, en los países donde ha cesado la explotación del hombre por el hombre, como ocurre con los países socialistas. Y es que, de una o de otra manera, en nuestra sociedad, dependiente del imperialismo, y en particular del imperialismo norteamericano, buena parte del material educativo, buena parte de nuestros jóvenes, se pierde, educacionalmente hablando, como fruto fundamental de la carencia de recursos económicos. En este sentido, el proceso selectivo natural que implica todo proceso educativo, se encuentra distorsionado, modificado por la particular estructura de dependencia de nuestra sociedad venezolana.
Pensamos que la situación económica, y no ninguna otra razón, es la responsable principal de la tasa de retención en el sistema educativo; y que si hemos de enfocar la solución de los problemas educativos para la sociedad venezolana, para sus integrantes, para los trabajadores de la ciudad y del campo, es evidente que no podemos contemplar el proceso educativo desligándolo de las transformaciones económico-sociales que están maduras en nuestra patria; desligándola de la ruptura con el imperialismo y de la creación de un país soberano e independiente que pueda marchar por el camino del progreso continuo en función de satisfacer las necesidades crecientes de las mayorías nacionales.
En este sentido, cuando en el pasado, y ahora, oímos hablar de la gratuidad de la enseñanza, nos llama a preocupación que se siga utilizando este lenguaje, porque el proceso de la enseñanza y su gratuidad no dependen de disposiciones legales, de prescripciones o normas que se establezcan, sino de que la sociedad pueda resolver, de una manera satisfactoria, los problemas generales de las masas trabajadoras en el país.
Para terminar este resumen, debo decir que, a nuestro modo de ver, en la sociedad venezolana existe una política de penetración cultural del imperialismo, y que todo el proceso educativo venezolano todavía sigue siendo un proceso que se enmarca dentro de los conceptos fundamentales de la dependencia, dentro de los valores culturales que en nuestro país ha determinado, durante largos años, el imperialismo.
Asimismo, queremos decir que asignamos a la educación del Estado, a la que imparte éste, una importancia fundamental, y que estimamos que si en este campo cedemos en nuestras posiciones, el oscurantismo y el clericalismo terminarán por ir desplazando los elementos progresistas que existen en la educación venezolana.
Como otros parlamentarios, estimamos que, efectivamente, existe una crisis educativa a nivel nacional. Basta recordar para esto que, a nivel educativo, existe una franca reducción del período de control de los agentes educativos; basta recordar que es un hecho notorio el descenso del rendimiento escolar y la reducción del número de egresados a todos los niveles de la enseñanza; basta recordar el descenso significativo del nivel de conocimientos que reciben los estudiantes, también a todos los niveles de la educación venezolana. Basta recordar que existe una falta de vinculación entre la teoría educativa y la práctica educativa, y que con frecuencia la mayor parte de nuestro proceso educativo está alejado de la vida diaria, práctica, de las necesidades del país; que nuestros egresados, universitarios o no, sólo después que se gradúan realmente comienzan a estudiar aquello sobre lo cual les fue otorgado un flamante título. Basta recordar que, en nuestro país, por diferentes razones, los programas se ven, en los últimos años, de una manera fragmentaria, y se estima que, en líneas generales, los programas sólo se cumplen en un 30 o 35%. Basta recordar, para constatar la existencia de la crisis educativa, la inexistencia de locales y equipos suficientes y adecuados a lo largo de todo el país.
En este sentido, y como expresión de esta crisis, ahí están los hechos recientes que han sacudido en la última quincena al estudiantado liceísta del país. Ahí están las protestas nacionales, cuyo epicentro principal se ha producido en el Estado Lara, y en particular en Barquisimeto. Ahí está la actitud del estudiantado luchando por locales educacionales, por equipo y material didáctico, por equipos de laboratorio, por detener el aumento en los precios de los pasajes de los autobuses que, evidentemente, como parte del transporte, entra dentro de los gastos que nuestros estudiantes tienen que hacer para cumplir con el objetivo de educarse.
En este sentido, conviene decir que, desgraciadamente, para el país todavía estas luchas del movimiento estudiantil, estas luchas del movimiento liceísta, continúan enfrentándose con una represión, generalmente sin ningún tipo de justificación. Parece inconcebible que todavía se considere que los estudiantes protestan simplemente porque hay camarillas que logran, sin beneficio de inventario, convencer a las mayorías estudiantiles para que salgan a hacer protestas públicas sin causa alguna. Parece inconcebible que a estas alturas se siga utilizando a las fuerzas de la represión como un instrumento para resolver los problemas educativos del país.
Por eso, como parte de esta crisis educativa, tienen que llamar la atención los múltiples allanamientos, las inmensas detenciones, innumerables, que se hicieron en el país, y con particular saña en Barquisimeto. A tal punto han sido graves estos acontecimientos que han conducido, no sólo a que se unifique el estudiantado y el profesorado, no sólo a la unificación de distintos sectores políticos, con pensamientos diferentes sobre la solución de los problemas nacionales, sino que, al parecer, ha surgido, como parte de este enfrentamiento, la petición colectiva, en Lara, de que sea destituido el ciudadano Gobernador de ese Estado.
Digo esto para señalar que es tal la situación que todavía vivimos en lo educativo, que frecuentemente tienden a reiterarse estos fenómenos que aparentemente parecían enterrados en la vida nacional.
Nosotros, al tocar este tema tangencialmente (que entiendo será objeto de un debate más pormenorizado de la Cámara), queremos decir, como comunistas, que estamos de acuerdo con las peticiones de los estudiantes en este momento porque se mejore la dotación, porque se aumenten las aulas, porque se les preste un mejor servicio, porque se cumplan las actas-convenio que fueron firmadas y prometidas a los profesores y maestros el año pasado, porque consideramos que esa es realmente la única solución valedera que tiene este problema, que, evidentemente, no se puede resolver a fuerza de represión, a fuerza de tensión, a fuerza de detenciones, a fuerza de allanamientos.
En este sentido, queremos dejar perfectamente claro nuestro criterio de que los comunistas no compartimos frecuentemente el pensamiento que a veces parece predominar en el seno del estudiantado actual; que no compartimos la idea de que se juegue a la política del todo o nada; que con frecuencia discrepamos de las tomas y particularmente de las indefinidas; que estamos en desacuerdo con la realización de medidas individuales, como algunas quemas aisladas que todavía subsisten. Pero, independientemente de nuestro criterio diferente, de nuestro criterio absolutamente contrapuesto a estos procedimientos, que con frecuencia llevan la esterilidad al movimiento estudiantil, nosotros, a pesar de eso, compartimos las posiciones fundamentales del estudiantado, y reconocemos que sus peticiones, en el pasado y en el presente, representan una posición justa que merece totalmente nuestro apoyo.
Al seguir revisando los elementos de la crisis actual, debemos añadir que todo este proceso, al mismo tiempo, se caracteriza por una gran complejidad. Y cuando al mismo tiempo que se examinan los problemas generales de la educación se revisan los problemas sectoriales, entonces estos factores generales los veríamos multiplicados. De este modo, en primaria, como en la media y en la universitaria, hay una carencia de edificaciones y personal adecuado, en relación al alumnado.
En nuestra opinión, existe algo que aquí se ha dicho y que nosotros queremos repetir. Hay una ruptura maestro-alumno, porque generalmente los cursos en primaria se dan con números muy crecidos de niños, habitualmente de cincuenta o más. Y con números tan crecidos en las aulas de primaria, es imposible que el maestro y el alumno puedan mantener una relación docente adecuada que permita la enseñanza y el control de los educandos en Venezuela.
También creemos que, como fruto de esta situación, existen muchos maestros que se frustran en el proceso de la labor docente, porque lo que aprendieron en las escuelas no logran aplicarlo adecuadamente cuando llegan a las aulas de la primaria en nuestro país.
Creemos que, como parte, de la crisis educativa, frecuentemente nuestros maestros no tienen la preparación docente adecuada. Pensamos que en primaria hay un factor que agrava la situación educativa. Este problema se halla en la desintegración familiar y en la imposibilidad que tiene la familia venezolana de completar la educación que reciben los niños en nuestras escuelas. Hoy, en un momento en que la infancia abandonada es cuantiosa y numerosa en el país, en un momento en que, como fruto de los problemas económicos y sociales, resulta difícil mantener la unidad y la coherencia de la familia venezolana, la presencia de los padres como agentes que obligatoriamente deberían completar la educación del hijo, evidentemente no es posible. Nuestros hijos aprenden con frecuencia en la calle, y se forman con una naturalidad tremenda viendo la televisión, todo lo cual representa para nuestros niños una profunda distorsión que más tarde no les permitirá liberarse de complejos y condicionamientos creados de esta manera, sin influencias decisivas de la educación, en lo que se refiere a sus padres.
También compartimos la idea de que a este nivel y otros, existe un evidente divorcio entre la elaboración y la enseñanza memorística, y que nuestros niños repiten, como loros, lecciones que aprenden, que algunas veces no tienen nada que ver ni con sus problemas ni con los problemas de la sociedad, ni tampoco los ayuda a formarse adecuadamente a adquirir una con ciencia ciudadana y a prepararse para participar en forma activa en la producción del país.
Como parte de este proceso, entendemos que nuestra educación no atiende a la preparación artística, a la física y a la deportiva, y que este elemento forma parte de la crisis general que vivimos en este campo de la educación. Y ni hablar de lo que es un hecho: el divorcio pleno y completo entre lo que se enseña y la realidad nacional.
A nivel de secundaria, pensamos que son importantes factores de la crisis educativa, en primer lugar, la ausencia de desarrollo critico en los alumnos. Nosotros creemos que buena parte de nuestros alumnos en la Educación Secundaria, no tiene capacidad plena de discernimiento. El proceso educativo los lleva y los coloca contra la pared, y nuestros muchachos no adquieren suficiente solidez para emitir juicios relativamente maduros sobre los diferentes problemas dentro de nuestro propio país, sobre diferentes problemas ligados a nuestro desarrollo técnico, a nuestro desarrollo científico.
Con frecuencia, aquí como en Primaria, nuestros alumnos en Secundaria también son simples repetidores de los mensajes que les transmiten sus docentes.
Un factor de la crisis se halla en la interrupción frecuente de la escolaridad, que nosotros consideramos que ha sido factor que en nuestro país ha contribuido a fortalecer indirectamente la educación privada.
Con frecuencia, nuestros muchachos, en la lucha por una causa justa, recurren con facilidad pasmosa a paros reiterados, algunos de los cuales terminan en la victoria del estudiantado, en progreso y avance para el movimiento popular venezolano, pero muchos otros están evidentemente impregnados de impreparación, de tendencias anarcoides, de creer que el estudiantado es el factor que puede determinar los destinos de la sociedad venezolana. Este factor, por supuesto, se debe a los problemas que genera la propia dinámica educativa, pero es un factor que también contribuye a acentuar, quiérase o no, los problemas de nuestra educación y a facilitar de una u otra manera que la educación privada en el país avance al calor, en cierto sentido, de cierta regularidad no interrumpida que se observa en ella.
Añadimos como otro factor los problemas de una adolescencia en un mundo capitalista convulsionado que no encuentra solución a la inmensa mayoría de los problemas, lo cual tiende a llevar a determinados sectores del estudiantado a tendencias que en algunos casos pueden considerarse anárquicas o anarcoides.
Y para cerrar este recuadro a nivel secundario diría que otro factor de la crisis educativa se halla también en el nivel deficitario de nuestra propia docencia secundaria, fruto por lo demás de una situación general en el campo educativo, donde con frecuencia la impreparación es la resultante de la incapacidad de esta sociedad para resolver los problemas de la educación. A este fenómeno, como se comprende, no escapan, evidentemente, ni siquiera los profesores y docentes, que a diferentes niveles son los encargados de enseñar y dirigir el progreso educativo en nuestro país.
Cuando revisamos este mismo problema a nivel de la universidad, nos conseguimos también con problemas comunes y problemas específicos. Aquí también se observa carencia de locales adecuados; se observa, como fruto de un crecimiento vertiginoso de la matrícula y de una imprevisión en lo que se refiere a la formación de personal superior especializado, el hecho de que frecuentemente a la universidad llegan también profesores y docentes sin suficiente nivel universitario, que puedan enseñar y encauzar adecuadamente a las juventudes que, dentro de algún tiempo, tomarán en sus manos la conducción política y social de nuestro país.
Dentro de este campo y a nivel universitario, la desligación de lo que se enseña con las necesidades del país, es una cosa asombrosa. Frecuentemente lo que aprenden nuestros universitarios es un conjunto de conocimientos que en muchos casos podía ser útil en Estados Unidos, o en Inglaterra, o en Alemania Occidental, pero sin ningún asidero en la realidad venezolana, que es un país de nivel productivo diferente, con problemas distintos. Esta es una de las causas por las cuales nuestra enseñanza universitaria está también evidentemente desligada de la realidad nacional, es la explicación por la cual nuestra universidad también produce profesionales frecuentemente con baja calificación técnica y es la razón de que frecuentemente el aprendizaje real del universitario comienza después que sale con el título debajo del brazo del paraninfo universitario, cualquiera que sea la universidad en la cual se realiza la enseñanza y se adquiere ese aprendizaje. De aquí que los postgrados vienen siendo cada día la solución para un conjunto de universitarios y de profesionales que no pudieron adquirir una base sólida para poder incorporarse a los procesos productivos del país.
Y para cerrar esto, después que el profesional recibe su título, se encuentra al día siguiente con que tiene problemas para trabajar, con que incluso con el título universitario no consigue un empleo que le permita vivir decentemente. No quiero decir que esto sea un problema general de todos los profesionales, pero sí quiero decir que cada día, en la misma medida en que se agravan los problemas económicos y sociales del país, una parte de nuestros universitarios comienza a pertenecer a los grupos de subempleados o a los que francamente carecen de empleo y no lo consiguen, por lo cual podemos ver que también comienza a generarse en nuestros universitarios la insatisfacción por una universidad que no sólo no les enseña cómo enfrentar los problemas de la vida, sino que al mismo tiempo tampoco les resuelve los problemas de empleo, creándose de este modo situaciones que ayudan al movimiento universitario a caer con facilidad en la desesperación.
Este panorama, que por lo demás lo hemos visto en universidades europeas, como la francesa, es también un fenómeno que comienza a aparecer y existe ya a nivel de los universitarios venezolanos.
Nosotros concebimos la educación como una educación para el desarrollo independiente del país, como una educación cuyo fin fundamental es preparar los hombres que sean capaces de romper con la dependencia del imperialismo y crear una sociedad que eventualmente pueda marchar hacia el socialismo. En este sentido pensamos que la educación debe tener como objetivo fundamental la necesidad de multiplicar los técnicos para las ramas más avanzadas y progresistas de la economía nacional. Creemos que nuestra educación debe orientarse fundamentalmente hacia los trabajadores del país, hacia los sectores democráticos de nuestro país. Pensamos que en el proceso de elaboración educativa, en el camino de resolver los procesos que crea y genera la crisis educativa hay necesidad de garantizar una educación democrática con una participación importante de profesores y estudiantes en la mecánica educativa. Estos son algunos elementos que nos ha parecido importante recordar en esta Cámara al discutirse la Ley Orgánica de Educación.
Refiriéndonos ahora en particular a la Ley que discutamos, diríamos: Primero, esta Ley Orgánica de Educación refleja la filosofía tradicional de las clases dominantes en el país, refleja la filosofía tradicional que en los últimos años han puesto en práctica tanto Acción Democrática como COPEI, independientemente de que expresen matices diferentes en uno u otro momento a la hora de aplicar esta política. Pero tiene, a nuestro modo de ver, cosas positivas que nosotros los comunistas estamos dispuestos a apoyar sin sectarismo. Para nosotros es positivo, por ejemplo, la obligatoriedad de la enseñanza desde el preescolar hasta el ciclo básico común. Si bien no creemos que se logre la obligatoriedad en los términos concebidos en la Ley, porque entendemos que resolver los problemas de la obligatoriedad, es en cierto sentido resolver el problema de la dependencia, el problema del camino independiente del país, el problema de garantizar empleo y trabajo para todos, y esta es una cosa que con la actual estructura económico-social no es posible, nosotros, sin embargo, apoyamos que en el texto de la Ley aparezca el criterio de la obligatoriedad de la enseñanza desde el preescolar hasta el ciclo básico común.
Estamos perfectamente convencidos de que existe hoy un riesgo y de que en cierto sentido pareciera como si el Ejecutivo no está dispuesto a enfrentar este riesgo acentuando las características estatales de la educación. Por ello nos preocupa más el problema de la obligatoriedad, no sólo porque de una manera general la obligatoriedad no se decreta, sino porque ésta está en función de la solución de las tareas generales que tiene planteada nuestra sociedad, en función de transformaciones fundamentales, como la de colocar a los trabajadores en el futuro al frente de la organización política del país...
EL PRESIDENTE (interrumpiendo).- Perdone que lo interrumpa, ciudadano Diputado. Vencida la hora reglamentaria, la Presidencia prorroga la sesión hasta por una hora más.
EL ORADOR.- Gracias, señor Presidente. Repito, no solamente porque la obligatoriedad no se decreta, sino porque ésta es función de transformaciones económico-sociales profundas en nuestra sociedad. Cuando revisamos, por ejemplo, el Presupuesto que hace uno o dos meses aprobamos en esta Cámara, la simple lectura de las cifras dadas por el Ministerio de Educación y la comparación con la proyección de la matrícula, en base a los datos de la Dirección de Planeamiento del Consejo Nacional de Universidades, nos permite observar cómo de repente, por ejemplo, el Gobierno promete cubrir una matrícula de un millón ciento setenta y un mil novecientos noventa y dos niños para la primaria, o sea, apenas el 67,48% de las necesidades de primaria de la matrícula oficial, las cuales se pueden estimar en un total de un millón setecientos treinta y seis mil ochocientos cincuenta niños.
Cuando vimos esta discrepancia entre la matrícula prometida del Ministerio de Educación y la proyección de las necesidades en matrícula oficial, pensábamos que había una de estas dos alternativas: o bien el Gobierno pensaba dejar un vasto sector de niños sin educación, o bien simplemente el Gobierno aspiraba a que en el campo de la educación primaria participara de una manera real, coherente y activa la educación privada. Y ahora, cuando leímos recientemente el discurso presidencial del señor Carlos Andrés Pérez, Presidente de la República, vimos que esta diferencia que llega a seiscientos mil niños que se quedarían sin cubrir dentro de las previsiones del Ministerio de Educación para este año, evidentemente se reserva en gran parte a la educación privada, pues al hablar de la educación en el país el señor Presidente insistió en que se le daría más posibilidad a la educación privada para que cubriera un mayor ámbito del proceso educativo venezolano. Por esto creemos que la parte que se refiere a obligatoriedad no se va a cumplir, porque, como parte de la filosofía educativa del régimen democrático del Presidente Carlos Andrés Pérez, existen evidentemente concesiones a la educación privada, existen retrocesos en lo que se refiere al impulso de la educación al servicio del Estado.
Consideramos como positivo en el Proyecto de Ley que se va a discutir, la división de la Educación Media en el ciclo básico común y ciclo diversificado. Nos parece que de esta manera se le puede dar opción a algunos muchachos que frecuentemente salen de la Secundaria sin ninguna posibilidad seria de conseguir empleo en el mercado del trabajo.
También saludamos como positivo el mismo proceso de diversificación de la Enseñanza Superior, incluyendo un conjunto de carreras universitarias cortas que, a nuestro modo de ver, pueden ayudar al proceso productivo en el país.
Pero, por supuesto, entendemos que la educación no se puede ver aisladamente y que, incluso, estas cosas positivas pueden naufragar cuando no se puede garantizar una planificación acertada en un sentido claramente progresista de todo el proceso educativo. Cuando no se puede garantizar que el instrumento que vamos a aprobar aquí, sea una herramienta de lucha por las transformaciones progresistas y patrióticas de nuestro pueblo.
Para cerrar, consideramos también como positivo el hecho de que en el Proyecto de Ley Orgánica de Educación se han incluido importantes reivindicaciones económicas y sociales planteadas por los gremios docentes, a pesar de que queda un poco en manos de la reglamentación la implementación de estas positivas medidas que yo estimo el Gremio ha logrado impulsar y lograr que se le aprueben, al menos parcialmente.
Por supuesto, entendemos que este Proyecto tiene una serie de elementos negativos. En este sentido diríamos lo siguiente: El Proyecto concede excesivo campo a la reglamentación, y es harto conocido que frecuentemente las mejores leyes naufragan en el campo de la reglamentación, y que la reglamentación tiende a desvirtuar los mejores Proyectos de Leyes, a desvirtuar los mejores propósitos. Por esta razón, nos preocupa que en este Proyecto de Ley Orgánica de Educación se deje tanto campo a la reglamentación.
Ya dije -y ahora repito- que de la reglamentación dependerá el goce de algunos beneficios económico-sociales que han sido bandera de los docentes en nuestro país. Hemos saludado como positivo que se incluyan algunas de estas conquistas sobre seguridad, estabilidad, etc., etc., pero lamentamos que en el cuerpo de la Ley no exista una mayor profundización de estas conquistas, de modo que nuestros gremios docentes tengan la seguridad de que la reglamentación no les va a arrancar ninguna de las banderas, ninguna de las consignas que en los últimos años han logrado como parte importante de su propia lucha.
Estimamos, además, que las medidas acordadas por la Ley para que los medios de comunicación social sirvan al proceso educativo, son insuficientes. Ese artículo 8°, por ejemplo, aparentemente bien intencionado y en el que se señala que “los particulares que dirijan y administren instrumentos de esta índole están obligados a prestar su cooperación a la tarea educativa”, puede transformarse eventualmente en un saludo a la bandera, si no se precisa más este tipo de obligaciones, si no se detalla con mayor particularidad en qué consisten estas obligaciones y en qué condiciones deben los medios de comunicación prestarlas para beneficio de la comunidad en el país.
Nosotros pensamos que es necesario unificar en una sola norma las medidas que en la Ley existen para los institutos educativos de empresas particulares, en los casos de incumplimiento legal, y para las empresas de educación privada que viven del lucro; y en este sentido nos parece que si en el caso de incumplimiento de colegios o establecimientos educativos que por razones contractuales o de la Ley del Trabajo estén obligados a mantener las empresas, consideramos positivo que pasen al Ministerio de Educación Nacional los edificios, las dotaciones y el personal, es una absoluta incongruencia que cuando se hable de los institutos educativos que actúan en el país con fines de lucro, estas medidas no se cumplan. Nosotros pensamos que la norma debe uniformarse y que si un Instituto que opera en el país con fines de lucro y que vive de la ganancia como mecanismo fundamental para su actividad educativa no cumple con los requisitos legales del país, también como en el caso de los otros institutos al servicio de empresas privadas, por razones contractuales o de derecho laboral, también deben pasar a manos del Ministerio de Educación los edificios, la dotación y el personal.
Estimamos que el artículo 28 debe ser modificado sustancialmente, no obstante que entendemos que todo proceso autonómico en cierto sentido es de por sí mismo un proceso limitado, porque actúa en medio de una estructura de la sociedad determinada, obedeciendo a conceptos determinados. La redacción del artículo 28, donde se habla de que “los institutos de educación superior tendrán el grado de autonomía que les confiere la Ley”, nos parece que va a facilitar la labor de quienes de una u otra manera no tienen en este país ningún interés en mantener la autonomía universitaria, la autonomía a nivel superior, y por esto pensamos que el elemento cuantitativo allí descrito debe ser eliminado, lo que no significa que estemos pensando en una especie de autonomía superior, ilimitada, que no pueda ser controlada, que no pueda se enmarcada dentro de las necesidades del país.
Estamos en desacuerdo con el artículo 57, que dice que “no se podrá realizar ninguna actividad de proselitismo partidista en los lugares destinados a la enseñanza”, y que tampoco se permitirá la propaganda de doctrinas contrarias a la nacionalidad o a los principios democráticos consagrados en la Constitución”. Esto es un exabrupto que se presta a que todo el movimiento democrático del país sea golpeado. No sólo pueden ser golpeados quienes hoy podamos tener posiciones coincidentes o disidentes gente a la acción gubernativa, quienes podamos discrepar de otras fuerzas que a nuestro modo de ver se ubican en el campo ideológico de las clases dominantes u otras fuerzas con quienes podamos tener diferencia de interpretación política y social. Pueden ser golpeados también muchos de los que hoy traen este artículo a esta Cámara. Mañana, si se producen cambios importantes en el seno de nuestro país, por razones que a veces son ajenas a la voluntad nuestra, también ellos pueden ser objeto de la aplicación de este artículo con un sentido claramente reaccionario, con un sentido claramente contrario a las necesidades progresistas del pueblo venezolano.
Según el artículo 58 el proceso de evaluación queda otra vez al amparo de la reglamentación. Nosotros pensamos que este artículo no garantiza la evaluación de las instituciones educativas en sí mismas y, por supuesto, creemos que si este problema no se estudia bien, el artículo puede ser incluso un arma contra sectores de la docencia, aparte de que nosotros tenemos profunda duda de que en un medio como el que vivimos, con las características que anteriormente he descrito, podamos realmente realizar una labor eficaz de evaluación continua. Nosotros tenemos la impresión de que la evaluación continua del estudiantado, desde la primaria hasta que termina en la universidad, es imposible por la falta de coherencia de nuestro sistema educativo, por la multiplicidad de métodos que se emplean a nivel de la educación, por los conceptos frecuentemente distintos para evaluar el trabajo educativo del docente, del alumno, de la institución. En este sentido queremos decir que sin que desestimemos la importancia de un artículo 58, tenemos duda de que pueda cumplir su función y no creemos que estemos todavía en condiciones de garantizar una evaluación continua en el proceso docente, aun cuando creemos que la incorporación de este propósito debe merecer nuestro apoyo porque al menos, es una intención, aun cuando eso eventualmente no pueda cumplirse.
En el artículo 114 se establecen sanciones a los directores de liceos. Con la venia del señor Presidente voy a leer rápidamente el artículo 114 (asentimiento). Dice:
“Las faltas a que se refiere el artículo anterior serán sancionadas con multas hasta cinco mil bolívares (Bs. 5.000,00) sin perjuicio de lo dispuesto en el Código Penal”. No quiero referirme a cuáles son las faltas. Sólo quiero decir, simplemente, que esto de establecer una multa de cinco mil bolívares para un director que ha incumplido normas legales, es un saludo a la bandera. Si es una institución privada, eso lo paga con facilidad la institución privada; e incluso, si es un director que no está en una institución privada, esto evidentemente no significa para él ningún problema. O se elimina este artículo o simplemente la penalización debe tomar en cuenta otro factor que no sea éste, porque de esta manera cualquier requisito legal puede ser incumplido en nuestro país por los directores de planteles educativos.
Por supuesto, queremos mostrar nuestro desacuerdo con el 136, que a manera de artículo transitorio trata de quienes para la fecha de la promulgación de esta Ley tengan menos de cinco años en el desempeño de cargos de dirección, de supervisión o de administración de la educación, y quienes -según el artículo- continuarán ejerciéndolos con carácter de interinos a fin de proveerlos posteriormente con carácter permanente. Nos parece que independientemente del carácter de estos funcionarios interinos, este artículo se presta evidentemente un poco a despidos injustificados de muchos trabajadores de la docencia, cuya penalización derivaría fundamentalmente en este caso, de diferencias políticas, y nosotros pensamos que la estabilidad es también un factor importante en la docencia venezolana.
En la segunda discusión nos reservamos el derecho de razonar nuestra exposición. Por lo pronto quisiéramos resumir diciendo lo siguiente: Esta Ley Orgánica de Educación evidentemente no es un instrumento para resolver la crisis educativa en el país. En segundo lugar, contiene algunos elementos positivos que los comunistas en su oportunidad debida apoyaremos. En tercer lugar, contiene una serie de formulaciones negativas que contarán con nuestro voto negativo.
Es todo, ciudadano Presidente y ciudadanos Diputados.