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miércoles, 24 de junio de 2009
Marxismo y Comunicación
lunes, 22 de junio de 2009
Karl Marx Materialismo Dialéctico y Materialismo Histórico
domingo, 21 de junio de 2009
La Llamada Acumulación
Materialismo Histórico
El Capital. Parte 2. Karl Marx.Cómic
sábado, 20 de junio de 2009
El Capital 1.Karl Marx.Cómic
El Capital (esquema)
Karl Marx, Filosofía y Política
viernes, 19 de junio de 2009
Caso "Hiperliderazgo", reseña de Ultimas Noticias "Critican hiperliderazgo de Chavez en el proceso"
Tomado de:
CadenaGlobal.com
Nacionales
Critican "hiperliderazgo" de Chávez en el proceso
Jueves 4 de junio de 2009
11:55 AM | Al defender el papel de cada ciudadano como corresponsable en la solución de los problemas de la sociedad, un grupo de intelectuales que respaldan el gobierno del presidente Hugo Chávez se reunieron.
Estos hicieron una crítica al hiperliderazgo que, a su juicio, el Jefe del Estado tiene en el actual proceso revolucionario.
La discusión formó parte del seminario "Intelectuales, Democracia y Socialismo: Callejones sin Salida y Caminos de Apertura", que se llevó a cabo los días 2 y 3 de este mes en la sede del Centro Internacional Miranda.
"El hiperliderazgo tiene una parte importante, el cesarismo progresista como lo llamó Gramsci, que es capaz de enfrentar al Estado poderoso que impide que los pueblos se desarrollen, pero esa tutela extrema infantiliza a la sociedad, que termina descorresponsabilizándose y esperando que el líder lo solucione todo", expresó Juan Carlos Monedero, profesor de
El historiador venezolano Vladimir Acosta propuso conformar una dirección colectiva para el proceso.
"A pesar de que el liderazgo del presidente Chávez es el espíritu y músculo de este proceso, necesita una dirección colectiva, un equipo, que pueden ser quienes colaboran más directamente con él, que contribuyan a formar una línea política, no dogmática que pertenezca a un manual, sino algo que se está construyendo, que haya opinión de las distintas cosas, que no sea sólo el Presidente el que opine, sino que ministros, funcionarios, cuadros, dirigentes, expresen su opinión", afirmó.
Sostuvo que el Partido Socialista Unido de Venezuela, hasta ahora no ha funcionado como debería, sino que ha sido "un instrumento administrativo electoral que ejecuta las propuestas que hace el Presidente", pero hace falta que se democratice en el sentido de que las decisiones sean compartidas y discutidas.
Añadió que en ese liderazgo colectivo pueden y deben participar los partidos que apoyan el proceso que vive el país.
La crítica constructiva a la marcha del proceso fue el punto central del seminario, cuyo objetivo fue dejar en claro el papel del intelectual, con la crítica como su principal arma.
Juan Carlos Monedero explicó que hasta ahora los intelectuales se han pasado 10 años defendiendo el proceso porque está asediado, pero desatendieron el papel del intelectual.
Entre las críticas que se hacen, mencionó la mentalidad rentista de los venezolanos, el hiperliderazgo ya mencionado y la ineficiencia del Estado junto a
José Luis Carrillo/ Ultimas Noticias
Reseña de lo que dijo Juan Carlos Monedero, "La revolución está en una encrucijada"
Juan Carlos Monedero: "La revolución está en una encrucijada"
Últimas Noticias (Hugo Prieto) - www.aporrea.org
14/06/09 - www.aporrea.org/ideologia/n136395.html
Credito: ALEJANDRO VAN SCHERMBEEK
Vladimir Acosta, "Proceso Venezolano requiere de una dirección colectiva"
Tomado de YVKE Mundial
Vladimir Acosta: Proceso venezolano requiere de una dirección colectiva
El analista político considera que en un proceso como el que se vive en Venezuela tiene que abrirse espacio para la crítica y la perdida del temor ante la crítica.
Para el analista político Vladimir Acosta la falta de una línea política, la ausencia de una dirección colectiva y la carencia de un partido revolucionario son problemas que persisten en medio de los logros alcanzados durante los últimos 10 años en Venezuela, pero de no actuarse en este sentido se corre el riesgo de constituirse en obstáculos que frenen el avance del proceso de transformación que se vive en el país.
Vladimir Villegas, "Tiempos de cambio"
Tiempos de cambio
El hiperliderazgo de Chávez
Vladimir Villegas - www.aporrea.org
17/06/09 - http://www.aporrea.org/ideologia/a80210.html
El presidente Chávez dijo estar dispuesto a debatir los criterios expresados por intelectuales de izquierda con respecto a algunos problemas centrales de la revolución bolivariana, pero resintió sobre manera el concepto de “hiperliderazgo” que le atribuyó uno de sus participantes, el catedrático español Juan Carlos Monedero.
La “hiperpresencia” del Presidente es una realidad inocultable. Ni la oposición niega que la fuerza de su liderazgo ha sido decisiva para impulsar cambios significativos en el sistema político y en el ámbito social Y su capacidad de identificación con la forma de ser y con las necesidades de los sectores más empobrecidos no es moneda corriente en
Ciertamente, el liderazgo personal, el sello individual, juega un rol importante en los procesos sociales, pero al fin y al cabo son los pueblos quienes hacen la historia, aunque esta aseveración, confirmada en tantas circunstancias de la humanidad, no sea del agrado de quienes viven y sobreviven políticamente a la sombra de ese hiper liderazgo descrito por Monedero.
El presidente Chávez es, sin duda, el principal responsable de lo que Monedero llama “hiperliderazgo”. Todas o casi todas las decisiones de trascendencia en el Estado tienen su impronta. Los integrantes de la actual Dirección Nacional del PSUV pasaron por el filtro de su “visto bueno” antes de ser sometidos al voto de la militancia. Lo mismo puede decirse de los integrantes de
Pero Chávez no es el único responsable de esta situación. Su entorno más cercano en lo político, lo burocrático y lo militar, que por cierto se confunden entre sí, vive estimulando, salvo excepciones, ese hiperliderazgo. Y lo hace como un escudo protector frente a las naturales críticas hacia una gestión que si bien ha tenido logros indiscutibles también muestra el feo rostro de la ineficacia, la desidia y la corrupción. Entonces cualquier crítica a una falla en el Metro, a un ministro que no cumple sus responsabilidades o a un gobernador flojazo o pillo se atribuye sin el menor rubor al anti-chavismo de quien o quienes protestan o se quejan.
Y en cuanto al partido, al parlamento y al gobierno, sobrada razón tiene Monedero cuando dice que aquel ministro, diputado o dirigente que no hace críticas u observaciones necesarias al Presidente o a una decisión o ley no está cumpliendo con su trabajo.
Otras sociedades como la soviética y la china, por ejemplo, sufrieron las consecuencias del hiperliderazgo, devenido en personalismo y caudillismo, lo cual le hizo un severo daño a la idea socialista, al costo que ya conocemos. Lástima que para muchos revolucionarios de hoy sea una herejía tocar este tema, y prefieran seguir haciendo concesiones al culto a la personalidad, en lugar de asumir la responsabilidad de alertar a tiempo sobre los peligros que esta desviación entraña.
Antonio Gramsci, "El Cesarismo"
Tomado de:
www.gramsci.org.ar
Tambien se puede hacer la busqueda a traves de google:
Antonio Gramsci
Cuadernos de
Edición Crítica del Instituto Gramsci
A cargo de Valentino Gerratano
EL CESARISMO
César, Napoleón I, Napoleón III, Cromwell, etc. Compilar un catálogo de los acontecimientos históricos que culminaron en una gran personalidad "heroica".
Se puede decir que el cesarismo expresa una situación en la cual las fuerzas en lucha se equilibran de una manera catastrófica, o sea de una manera tal que la continuación de la lucha no puede menos que concluir con la destrucción recíproca. Cuando la fuerza progresiva A lucha con la fuerza regresiva B, puede ocurrir no sólo que A venza a B o viceversa, puede ocurrir también que no venzan ninguna de las dos, que se debiliten recíprocamente y que una tercera fuerza C intervenga desde el exterior dominando a lo que resta de A y de B. En Italia, luego de la muerte de Lorenzo el Magnífico,* ha ocurrido precisamente esto.
* A la muerte de Lorenzo el Magnifico (1492) sucede en Italia la ruptura del equilibrio existente entre los diversos estados y se abre un período de decadencia total y de desmembramiento de
Pero si bien el cesarismo expresa siempre la solución "arbitraria", confiada a una gran personalidad, de una situación histórico-política caracterizada por un equilibrio de fuerzas de perspectiva catastrófica, no siempre tiene el mismo significado histórico. Puede existir un cesarismo progresista y uno regresivo; y el significado exacto de cada forma de cesarismo puede ser reconstruido en última instancia por medio de la historia concreta y no a través de un esquema sociológico. El cesarismo es progresista cuando su intervención ayuda a las fuerzas progresivas a triunfar aunque sea con ciertos compromisos y temperamentos limitativos de la victoria, es regresivo cuando su intervención ayuda a triunfar a las fuerzas regresivas, también en este caso con ciertos compromisos y limitaciones, los cuales, sin embargo, tienen un valor, una importancia y un significado diferentes que en el caso anterior. César y Napoleón I son ejemplos de cesarismo progresivo. Napoleón III y Bismark de cesarismo regresivo.
Se trata de ver si en la dialéctica "revolución-restauración" es el elemento revolución o el elemento restauración el que prevalece, ya que es cierto que en el movimiento histórico jamás se vuelve atrás y no existen restauraciones in toto. Por otro lado el cesarismo es una fórmula polémico-ideológica y no un canon de interpretación histórica. Pueden darse soluciones cesaristas aun sin un César, sin una gran personalidad "heroica" y representativa. El sistema parlamentario dio también un mecanismo para tales soluciones de compromiso. Los gobiernos "laboristas" de Mac-Donald eran hasta cierto punto soluciones de este tipo; el grado de cesarismo se intensificó cuando se formó el gobierno con Mac-Donald como presidente y la mayoría conservadora. Así en Italia, en octubre de 1922, hasta la separación de los "populares" * y luego gradualmente hasta el 3 de junio de 1925, y aún hasta el 8 de noviembre de 1926, se dio un movimiento político-histórico en el cual se sucedieron diversas formas de cesarismo hasta una forma más pura y permanente, aunque no inmóvil y estática. Todo gobierno de coalición es un grado inicial de cesarismo, que puede o no desarrollarse hasta los grados más significativos (como es natural la opinión generalizada es, en cambio, la de que los gobiernos de coalición constituyen el más "sólido baluarte" contra el cesarismo). En el mundo moderno, con sus grandes coaliciones de carácter económico-sindical y político de partido, el mecanismo del fenómeno cesarista es muy diferente del que existió en la época de Napoleón III. En el período hasta Napoleón III las fuerzas militares regulares o de línea constituirían un elemento decisivo para el advenimiento del cesarismo, que se verificaba a través de golpes de estado bien precisos, con acciones militares, etcétera.
* Después de la marcha sobre Roma y del triunfo de Mussolini, los "populares" (antecesores directos del actual partido italiano Demócrata-cristiano) sumaron sus votos a los fascistas en las elecciones del 17 de noviembre de 1922, participando luego en el gobierno. Después de algunas discrepancias entre el dirigente Don Sturzo y las altas jerarquías de la iglesia, el partido decide presentarse en forma separada en las elecciones del 26 de enero de 1924, rechazando posteriormente su incorporación a un frente único de oposición al fascismo. El 3 de enero de 1925, el gobierno de Mussolini suprime la libertad de prensa y el 9 de noviembre de 1926, la cámara de diputados declara disueltos a los partidos de la oposición y expulsa de dicha cámara a sus representantes. [E.]
En el mundo moderno, las fuerzas sindicales y políticas, con medios financieros incalculables puestos a disposición de pequeños grupos de ciudadanos, complican el problema. Los funcionarios de los partidos y de los sindicatos económicos pueden ser corrompidos o aterrorizados, sin necesidad de acciones militares en vasta escala, tipo César o 18 Brumario. Se reproduce en este campo la misma situación examinada a propósito de la fórmula jacobino-cuarentiochesca de la llamada "revolución permanente". La técnica política moderna ha cambiado por completo luego de 1848, luego de la expansión del parlamentarismo, del régimen de asociación sindical o de partido, de la formación de vastas burocracias estatales y "privadas" (político-privadas, de partido y sindicales) y las transformaciones producidas en la organización de la policía en sentido amplio, o sea no sólo del servicio estatal destinado a la represión de la delincuencia, sino también del conjunto de las fuerzas organizadas del estado y de los particulares para tutelar el dominio político y económico de las clases dirigentes. En este sentido, partidos "políticos" enteros y otras organizaciones económicas o de otro tipo deben ser considerados organismos de policía política, de carácter preventivo y de investigación. El esquema genérico de las fuerzas A y B en lucha con una perspectiva catastrófica, es decir con la perspectiva de que no venzan ninguna de las dos en la lucha por constituir (o reconstituir) un equilibrio orgánico del cual nace (puede nacer) el cesarismo, es precisamente una hipótesis genérica, un esquema sociológico (cómodo para el arte político). Esta hipótesis puede tornarse cada vez más concreta, elevarse a un grado mayor de aproximación a la realidad histórica concreta si se precisan algunos elementos fundamentales.
Así, hablando de A y de B se dijo solamente que se trataba de dos fuerzas, progresista una y regresiva la otra, pero en un sentido general. Se puede precisar de qué tipo de fuerzas progresistas o regresivas se trata y obtener así una mayor aproximación. En el caso de César o de Napoleón I, puede decirse que aun siendo A y B distintas y contradictorias, no eran sin embargo tales como para que no pudiesen en "absoluto" llegar a una fusión y una asimilación recíproca luego de un proceso molecular; lo que efectivamente ocurrió, al menos en cierta medida (suficiente no obstante para los fines histórico-políticos de la cesación de la lucha orgánica fundamental y por ende de la superación de la fase catastrófica). Este es un elemento de mayor aproximación. Otro elemento es el siguiente: la fase catastrófica puede emerger por una deficiencia política "momentánea" de la fuerza dominante tradicional, y no ya por una deficiencia orgánica necesariamente insuperable. Hecho que se verificó en el caso de Napoleón III. La tuerza dominante en Francia desde 1815 a 1848 se había escindido políticamente (facciosamente) en cuatro fracciones: legitimista, orleanista, bonapartista y jacobino-republicana. Las luchas internas de facción eran tales como para tornar posible el avance de la fuerza antagónica B (progresista) en forma "precoz"; sin embargo, la forma social existente no había agotado aún sus posibilidades de desarrollo, cómo lo demostraron abundantemente los acontecimientos posteriores. Napoleón III representó (a su modo, según su estatura, que no era grande) estas posibilidades latentes e inmanentes; su cesarismo tuvo por consiguiente una tonalidad particular. El cesarismo de César y Napoleón I ha sido, por así decirlo, de carácter cuantitativo-cualitativo, o sea representó la fase histórica del paso de un tipo de estado a otro tipo, un pasaje en el cual las innovaciones fueron tantas y de características tales como para representar una verdadera revolución. El cesarismo de Napoleón III fue única y limitadamente cuantitativo, no hubo un pasaje de un tipo de estado a otro tipo de estado, sino apenas una "evolución" del mismo tipo, según una línea ininterrumpida.
En el mundo moderno los fenómenos de cesarismo son totalmente diferentes, tanto de los de tipo progresista César-Napoleón I. cómo también de aquellos del tipo Napoleón III, si bien se aproximan a estos últimos. En el mundo moderno el equilibrio de perspectivas catastróficas no se verifica entre fuerzas que en última instancia pudiesen fundirse y unificarse, aunque fuera luego de un proceso fatigoso y sangriento, sino entre fuerzas cuyo contraste es sanable desde un punto de vista histórico, y que se profundiza especialmente con el advenimiento de formas cesaristas. Sin embargo el cesarismo tiene también en el mundo moderno un cierto margen, más o menos grande, según los países y la fuerza que ellos tengan en la estructura mundial, ya que una forma social "siempre" tiene posibilidades marginales de desarrollo ulterior y de sistematización organizativa y especialmente puede basarse en la relativa debilidad de la fuerza progresista antagónica, por la naturaleza y el modo peculiar de vida de la misma, debilidad que es necesario mantener: por ello se ha dicho que el cesarismo moderno más que militar, es policial.
Sería un error de método (un aspecto del mecanicismo sociológico) considerar que en los fenómenos de cesarismo, tanto progresista como regresivo o de carácter intermedio episódico, todo el nuevo fenómeno histórico sea debido al equilibrio de las fuerzas "fundamentales": es necesario ver también las relaciones existentes entre los grupos principales (de distintos géneros; social-económico y técnico-económico) de las clases fundamentales y las fuerzas auxiliares guiadas o sometidas a la influencia hegemónica. Así, no se comprendería el golpe de estado del 2 de diciembre sin estudiar la función de los grupos militares y de los campesinos franceses.
Un episodio histórico muy importante desde este punto de vista, es en Francia, el affaire Dreyfus; él también entra en esta serie de observaciones, no porque haya conducido al "cesarismo’’ sino justamente por lo contrario: porque impidió el advenimiento de un cesarismo que se estaba preparando y que tenía un carácter completamente reaccionario. Sin embargo, el movimiento Dreyfus es característico porque son los elementos del bloque social dominante quienes desbaratan el cesarismo de la parte más reaccionaria del mismo bloque, apoyándose no en los campesinos, en el campo, sino en los elementos subordinados de la ciudad guiados por el reformismo socialista (pero apoyándose también en la parte más avanzada del campesinado). Del tipo Dreyfus encontramos otros movimientos histórico-políticos modernos, que no son por cierto revolucionarios, pero que tampoco son por completo reaccionarios, al menos en el sentido de que destruyen en el campo dominante las cristalizaciones estatales sofocantes e imponen en la vida del estado y en las actividades sociales un personal diferente y más numeroso que el precedente. Estos movimientos pueden tener también un contenido relativamente "progresista" en cuanto indican que en la vieja sociedad existían en forma latente fuerzas activas que no habían sido explotadas por los viejos dirigentes; "fuerzas marginales", quizás, pero no absolutamente progresivas en cuanto no pueden "hacer época". Lo que las torna históricamente eficientes es la debilidad constructiva de la fuerza antagónica y no una fuerza íntima propia, de allí entonces que estén ligadas a una determinaría situación de equilibrio de fuerzas en lucha, ambas incapaces de expresar en su propio campo una voluntad propia de reconstrucción.
(1932-1934.)
"Culto a la Personalidad" del Manual del Marxismo-Leninismo, Academia de Ciencias de la URSS
Tomado del:
Manual del Marxismo-Leninismo
Academia de Ciencias de
Edición: Grijalbo, Méjico 1960
El marxismo-leninismo afirma que el papel decisivo en la historia corresponde a la actividad y la lucha de clase de las masas populares. Sólo relacionándolo con la lucha de clases, con la actividad de las masas populares, con las necesidades sociales que esta lucha engendra, podemos comprender el verdadero papel de los dirigentes.
Tal concepción de la historia es incompatible con el culto a la personalidad, con la veneración de los dirigentes, a los que se atribuyen sobrenaturales méritos y cualidades. El culto a la personalidad es una ideología contraria al marxismo, que procede de las concepciones del feudalismo y del individualismo burgués.
Al propio tiempo, el culto a la personalidad repercute desfavorablemente en la actuación práctica y se enfrenta con las necesidades e intereses del movimiento socialista.
La desenfrenada exaltación del dirigente y la exageración de sus méritos, quiérase o no, influye nocivamente en las masas y deforma su educación. El culto a la personalidad crea entre las masas la errónea creencia de que las tareas que se plantean ante los trabajadores puede cumplirlas alguno otro, de que la capacidad y los méritos del dirigente dan base a los millones de dirigidos para confiar por completo en el gran hombre, para seguir pasivamente los proyectos e indicaciones del "jefe" que todo lo sabe y todo lo tiene previsto, haciendo así innecesario que los hombres de filas del movimiento socialista piensen por su cuenta, manifiesten iniciativa, creen e influyan activamente sobre la marcha de los acontecimientos. Tales opiniones relajan la conciencia de responsabilidad de cada trabajador por el porvenir y el éxito del movimiento socialista, debilitan en ellos el inapreciable sentimiento de saberse dueños de su destino, que de manera tan rotunda se afirma en
Ni en dioses, reyes ni tribunos
está el supremo salvador,
nosotros mismos realicemos
el esfuerzo redentor.
Más aún. Si de la ideología pasamos a la práctica, el culto a la personalidad reduce y quebranta inevitablemente el profundo espíritu democrático que acompaña orgánicamente al movimiento socialista. Este culto restringe las normas de vida trazadas por la práctica, que ayudan a las masas a incorporarse activamente al movimiento, y a los dirigentes a aprender de las masas, a resumir la experiencia de su actividad y su lucha. En vez de esto surgen otras normas, por las que se conceden al dirigente derechos extraordinarios, que transportan el centro de gravedad de la dirección a las decisiones, indicaciones y directrices individuales. Esto anula no ya el deseo, sino la misma posibilidad de que millones de trabajadores manifiesten iniciativa y desplieguen toda su actividad creadora.
El culto a la personalidad se opone, pues, a la incorporación de las grandes masas a la lucha contra el capitalismo y a la construcción de la sociedad socialista. Y ello es así cuando una de las grandes ventajas del movimiento socialista reside justamente en su capacidad para despertar a millones de trabajadores para la creación histórica. En la lucha por la supresión del capitalismo y la construcción del socialismo es de gran importancia utilizar esta superioridad al máximo. Las tareas del movimiento socialista son tan ingentes que jamás podrá cumplirlas por si solo un individuo, aun dotado de la mayor capacidad, sin la participación activa de las masas populares. Ni el mayor de los genios puede reemplazar al discernimiento colectivo de las masas y del Partido; la experiencia personal, aun la más valiosa y completa, no será capaz de sustituir a la experiencia colectiva de millones de hombres; ni la más grande de las hazañas personales podrá suplir la hazaña de las masas trabajadoras que se han puesto en pie para la lucha contra el capitalismo y que construyen el socialismo.
De todo esto se desprende que el culto a la personalidad causa un perjuicio directo al movimiento socialista, por cuanto restringe la posibilidad de poner en juego sus grandes ventajas históricas.
Además, en un ambiente de culto a la personalidad se hace posible la incorporación al movimiento socialista de fenómenos que nada tienen que ver con su naturaleza, accidentales y hasta nocivos, que guarden relación con unos u otros rasgos negativos de determinados dirigentes.
Decíamos antes que una u otra persona se coloca a la cabeza de la clase o del movimiento gracias a determinadas cualidades necesarias. Ellas son las que, en lo fundamental y principal, hacen que los actos de esta persona reflejen las necesidades de la clase o del movimiento que dirige. Pero junto a esas cualidades necesarias, el dirigente puede poseer rasgos personales que, aun siendo secundarios, sean capaces, en determinadas condiciones, de influir desfavorablemente sobre su labor.
J. V. Stalin, por ejemplo, llegó a dirigente gracias a una serie de cualidades personales necesarias para el movimiento socialista, como su fidelidad a la causa de la clase obrera, su gran capacidad como organizador y teórico, su voluntad de hierro y su intransigencia en la lucha con los enemigos. Todo esto le permitió cumplir un señalado papel en el movimiento revolucionario y en la construcción del socialismo en
Pero Stalin poseía otros rasgos de carácter: brusquedad, intolerancia hacia la opinión ajena, una desconfianza enfermiza; también era caprichoso. En condiciones normales, nada de esto podía causar un daño sensible. Lo habrían impedido las normas de vida de la sociedad socialista, del Partido y del movimiento obrero, que imponen la dirección colectiva, un eficaz control de las masas sobre los dirigentes, una amplia democracia para los trabajadores, la crítica y la autocrítica. Mas la situación en que transcurrió la actividad de Stalin no era ordinaria. La construcción del socialismo en un país económicamente atrasado, en unas condiciones de cerco capitalista y de encarnizada lucha de clases y ataques de las corrientes hostiles al Partido, exigía una especial centralización. Stalin trató de llevar esta centralización al máximo, concentrando en sus manos un poder excesivo y violando los principios de la dirección colectiva por los que los Partidos Comunistas se rigen. En tales condiciones, sus rasgos personales negativos comenzaron a ejercer cierta influencia sobre su labor en el Gobierno y en el Partido, y, por tanto, sobre la propia vida del Partido y del país. Así fueron posibles algunos fenómenos profundamente ajenos al marxismo-leninismo y al socialismo como sistema social: abandono de los principios democráticos en cuestiones importantes de la política, graves transgresiones de la legalidad socialista, represiones infundadas, nombramiento para cargos importantes de personas totalmente incapaces y extrañas al Partido que se habían ganado su confianza por su servilismo y espíritu adulador.
Estos fenómenos negativos, se entiende, no alteraron la naturaleza socialista de la sociedad soviética. También en ese período siguió ésta avanzando por la vía socialista, por la vía del robustecimiento de la propiedad social sobre los medios de producción, de rápido incremento de las fuerzas productivas, de ascenso del bienestar, la cultura y la conciencia de los trabajadores. Los pueblos de
Así, pues, el culto a la personalidad es ajeno a todo el espíritu y a las necesidades del movimiento socialista; es incompatible con el marxismo-leninismo. No en vano Marx, Engels y Lenin combatieron siempre toda manifestación del mismo, mostraban una repugnancia fisiológica por la adulación y las alabanzas y en repetidas ocasiones pusieron en guardia a la clase obrera y a su partido contra el peligro que la exaltación y el enaltecimiento de los dirigentes representaban.
Fiel al espíritu de estas tradiciones del movimiento socialista, el Partido Comunista de
La burguesía, y con ella los reformistas y revisionistas de toda laya, han tratado de aprovechar la crítica del culto a Stalin para difamar a
Los partidos marxistas-leninistas han sabido salir también al paso de las concepciones nihilistas que negaban el papel de los dirigentes y de los chispazos anarquistas, atizados diligentemente por los enemigos del socialismo. La reacción siempre se mostró dispuesta a difamar y comprometer a los dirigentes de los trabajadores, considerando que así podría quebrantar y desorganizar el movimiento obrero. Pero las masas, en su inmensa mayoría, comprenden que el prestigio y la popularidad de los dirigentes de la clase obrera no tienen nada de común con la condena que el Partido ha hecho del culto a la personalidad. El prestigio y la popularidad no son sólo una consecuencia legítima de la labor de los mejores dirigentes de la clase obrera. Son también un arma importante del movimiento obrero en la lucha por el socialismo, y así nos lo dice toda la experiencia de la lucha que el proletariado mantiene por su emancipación. Sin dirigentes prestigiosos, vinculados a las masas y populares entre ellas, no hay movimiento socialista organizado, son imposibles los grandes triunfos en la lucha por el socialismo. Los mejores jefes de la clase obrera, íntimamente unidos al pueblo y que dirigen acertadamente la lucha de los trabajadores por sus vitales intereses y sus ideales, cumplen una señalada misión en la historia y se hacen acreedores al amor del pueblo.
domingo, 14 de junio de 2009
"Gobierno debe regular margen de ganancia"
Por ser esta una propuesta del Partido Comunista de Venezuela, estamos reproduciendo la nota, la cual tomamos de Aporrea.org
Afirma dirigente Luis Figuera: "Gobierno debe regular margen de ganancia"
figuera.prensa@yahoo.es - www.aporrea.org
14 de junio de 2009.- El Miembro del Partido Rojo, Luis Figuera, sostuvo que el gobierno venezolano debe regular el margen de ganancia de algunos rubros, es inadmisible que el gobierno haga esfuerzos por mantener un control cambiario, que permita una fortaleza real de nuestra economía, y por otro lado los empresarios que reciben los dólares preferenciales, pretendan mantener un margen de ganancia en función del dólar libre. Las tasas de retorno de la inversión de los capitalistas venezolanos, se ubica entre una de las más altas del mundo, llegando incluso muchas veces a ser superior porcentualmente a la de algunos países del capitalismo desarrollado como Inglaterra y los EEUU. Esta conducta genera la llamada honda especulativa que recorre toda la cadena de comercialización causando distorsión en la economía real, y generando un impacto inflacionario que deteriora el poder adquisitivo del consumidor final.
viernes, 12 de junio de 2009
Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras
El partido comunista en El Municipio Los Guayos, en esta su primera publicación a través de este medio, ha elegido como su primera contribución al proceso de profundización de la revolución, la reproducción del material “Anteproyecto de Ley de los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras”, el cual sale publicado en