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viernes, 2 de octubre de 2009

Alcides Rodriguez en el Congreso Nacional, año 1974, Proyecto de Ley que reserva al estado la industria de los Hidrocarburos, 27 de marzo y 1° de abril

Estamos subiendo en nuestro blog, pcvlosguayos.blogspot.com, este articulo del camarada Alcides Rodríguez; quien fuera diputado por el Estado Carabobo al congreso nacional para el período 1973 al 1978. Por considerar importante el tratamiento dado a lo relacionado con la indemnización.

  Ciudadano Presidente, ciudadanos Diputados: Es evidente la inexistencia del quórum; sin embargo, entiendo que la Presidencia y la Cámara están urgidas de que avancemos en el camino de la discusión, a fin de que se inicie, a la brevedad posible, el trabajo en la Comisión de Minas e Hidrocarburos, de modo que nos acerquemos lo más rápidamente posible a conclusiones comunes sobre un debate tan importante para el país. Por eso he decidido iniciar mi intervención en esta oportunidad.

  Quiero decir, para comenzar, que la nacionalización del petróleo, como en línea general la nacionalización de las industrias básicas, ha sido durante muchos años, en el presente siglo, bandera de todos los movimientos revolucionarios en los países dependientes sojuzgados por el imperialismo. En este sentido debemos decir que la lucha por la nacionalización se inscribe hoy dentro del cuadro de luchas que los movimientos democráticos revolucionarios y progresistas adelantan en función de debilitar las posiciones del imperialismo a nivel mundial y abrir las compuertas eventuales para construir una sociedad diferente, de carácter socialista, que sirva a los intereses fundamentales de la clase obrera, del campesinado y de las capas patrióticas de nuestros países.

  Pero, la nacionalización del petróleo, la lucha por esta consigna, ha sido, particularmente, una vieja consigna del Partido Comunista de Venezuela. Y nosotros, comunistas que tenemos ya muchos años de combate en la vida política nacional queremos recordar en este recinto que, desde los días iniciales del nacimiento de nuestro partido, desde los días de la existencia de las primeras células comunistas, buena parte de nuestra militancia se educó para luchar de una manera tesonera y sostenida por la nacionalización del petróleo en nuestro país, como un paso importante en el camino de la independencia y liberación de nuestra patria.

  Naturalmente, de esas primera células comunistas a este promisorio 1974, han pasado, evidentemente, muchos años, y los años no pasan en balde. Hoy constatamos que lo nuevo es que la nacionalización del petróleo ya no es una consigna limitada solamente a los comandos revolucionarios del país, que ya no es una consigna que se reduce a las estrechas filas del Partido Comunista en Venezuela, sino que, de una u otra manera, es un hecho de conciencia nacional, porque no se puede negar que, independientemente de los matices de pensamiento que hemos oído en esta Cámara, se está produciendo un consenso nacional. Para nosotros este hecho reviste una importancia histórica singular, porque estimamos que en las condiciones en que se libra el combate diario de los pueblos, cuando éstos logran unirse en torno a propósitos fundamentales, como son los de su independencia y su liberación nacional, no existe ningún grupo económico del campo del imperialismo, por poderoso que sea, que pueda impedir la realización de las metas nacionales
liberadoras de esos pueblos.

  Por eso queremos, en esta oportunidad, valorar el hecho significativo de que, de una u otra manera, a partir de análisis no siempre iguales, existe en la Cámara y fuera de ella, con mucha más razón, lo que puede llamarse un terreno común en el que se pueden mover las vastas mayorías nacionales y que va a garantizar en este país, en el curso del presente año, la realización de un sueño durante muchos años exclusivo de los combatientes revolucionarios y en particular de los militantes comunistas de éste y de otros países.

  Pero, cabe preguntarse: ¿qué explica que en este año se están dando las bases para este vasto consenso nacional? Aquí conviene que los honorables Diputados oigan la versión que damos los comunistas a los nuevos fenómenos que están cristalizando en esta Cámara. Es evidente que entre los hechos más importantes que conviene destacar en la actual coyuntura internacional, cabe mencionar, en primer lugar, que ya el capitalismo internacional no es una fuerza omnímoda que pueda resolver, dentro del plano de sus intereses específicos, todos los problemas a nivel del mundo. Es un hecho, por ejemplo, que vivimos un período de acentuación considerable de la crisis del capitalismo. Es un hecho, por ejemplo, no sólo ya la existencia de un vasto campo socialista, sino también una acentuación y una agudización de la lucha entre los grandes centros de dirección mundial del imperialismo. El período que siguió a la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos surgió como la potencia capitalista más poderosa y que imponía de una manera incontrastable su pensamiento sobre los restantes países del mundo capitalista, comienza a pasar; sigue siendo, sin duda, una tremenda potencia, sigue teniendo un gran caudal de recursos, sigue explotando a infinidad de pueblos en el mundo, pero ya hoy no se vive la misma situación, ya no de principios de siglo, pero ni siquiera de los años 30, de los años 40, mucho menos de los años inmediatos a la postguerra. Hoy, la principal potencia del campo imperialista también se halla asediada por una lucha y por una competencia con otros centros del capitalismo. Europa Occidental ha resurgido hoy, en cierto sentido, como un conjunto económico que compite, en algunos casos ventajosamente, con el capital norteamericano; y los japoneses, en el lapso que ha transcurrido desde la Segunda Guerra Mundial a esta parte, de una u otra manera, han logrado recuperarse substancialmente. Y esta formación de tres centros de dirección económica imperialista, se expresa hoy en una intensa lucha que debilita el poderío global del imperialismo a nivel internacional. Como hecho característico, quiérase o no, destaca que, aun siendo el imperialismo norteamericano un importante bastión del capital internacional, pierde a diario posiciones y se ve obligado a maniobrar incluso dentro del campo del capitalismo, para impedir que sus competidores inmediatos, los capitalistas de Europa Occidental y los japoneses, los desplacen, como viene ocurriendo en la actualidad.

  Ejemplo de esta pérdida progresiva de potencialidad política, económica y militar se halla en la crisis monetaria internacional, que de una u otra manera ha estado ligada a la pérdida progresiva de posición de Estados Unidos. Y como expresión de esta situación, las sucesivas devaluaciones que han creado una aguda crisis en el mercado internacional.

  Si a esto le añadimos los signos, en cierto sentido tenebrosos, de las revistas internacionales, que presagian hoy la continuidad de esa crisis económica y monetaria, que señalan para este año una mezcla de depresión con inflación, veremos entonces que entre los nuevos elementos de carácter internacional se halla el que las grandes potencias del imperialismo se encuentran hoy en una lucha intensa, en una lucha permanente por mercados, por problemas de financiamiento, por problemas monetarios, lo que de una u otra manera reduce la capacidad de cada bloque del capitalismo para imponer, como en el pasado, su voluntad omnímoda.

  El segundo elemento, a nuestro modo de ver, importante, que explica los cambios a nivel mundial, se halla en el desmoronamiento del sistema colonial y en el desarrollo, quiérase o no, de un vasto mundo de países en desarrollo, de países que han roto las cadenas del imperialismo y que caminan por el sendero de su independencia y de su liberación nacional.

  Después de la Segunda Guerra Mundial hemos visto el renacimiento de África, de Asia, y, en general, la toma de conciencia de todos los pueblos del mundo, incluidos los pueblos de la América Latina, que ven también que ha llegado su hora y su oportunidad.

  Para cerrar este cuadro de los cambios dentro de los cuales se realiza hoy la discusión sobre nacionalización petrolera, también debemos decir que se ha producido el desarrollo y fortalecimiento del campo socialista, que día a día juega un papel de mayor importancia en los destinos históricos del mundo actual, pasando a ser el campo socialista una fuerza, cada vez más decisiva y más importante, en los asuntos de carácter internacional.

  Ha sido, justamente, este otro factor el que explica numerosos fenómenos en el campo de la lucha de los pueblos. Hace cincuenta o setenta años, los países que aspiraban a conquistar su independencia se encontraban, por ejemplo, con que las simples medidas económicas del país del cual pretendían liberarse eran suficientes para derrotarlos; bastaba con que aparecieran brigadas de marinos norteamericanos para que el pueblo que aspirara a su independencia, y que había dado los primeros pasos en este sentido, fuera simplemente aplastado. Hoy, la existencia, el desarrollo y el fortalecimiento del campo socialista como baluarte inquebrantable de la paz, por su poderío económico, ofrece a todos los pueblos que aspiran a trillar el camino de la independencia y de la liberación nacional un fuerte apoyo y sostén. Ejemplos de esto existen muchos. No voy a insistir en esto. Pero sí voy a insistir en que, quiérase o no, esta etapa en la que el campo socialista empieza a Jugar este papel decisivo, ha contribuido, no sólo a desarrollar la política de coexistencia, sino que, en cierto sentido, augura un nuevo porvenir con los pasos iniciales que en el campo de la distensión se han realizado, especialmente entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. Y cuando digo esto, quiero decir que los nuevos cambios, los nuevos elementos que derivan de esta modificación en la correlación de fuerzas, han de ser también positivos para el camino que tome nuestro país en la vía de rescatar sus riquezas petroleras de manos del capital internacional. Podemos decir que en un mundo donde la correlación de fuerzas beneficia a los pueblos, en un mundo donde la existencia del campo socialista garantiza una base segura de apoyo para el desarrollo independiente de los pueblos, la sola posibilidad de que nuestro país, con una decisión soberana sobre sus riquezas, pueda eventualmente negociar en un plano de igualdad, con el campo socialista, intercalar experiencias, e, incluso, la poca que puedan dar nuestros compañeros del campo socialista, intercambiar tecnologías o facilitarnos alguna, habrá de ser, evidentemente, recurso importante en el camino, repito, de nuestra liberación nacional y de nuestra independencia.

  Por ello, para nosotros la lucha por la nacionalización del petróleo en Venezuela, la nacionalización a la que nos acercamos paso a paso, pero de una manera firme, encuentra en los cambios que se han operado a nivel internacional, un asidero sólido. Y podemos tener plena seguridad de que en la medida en que garanticemos un sólido frente nacional en defensa de nuestro petróleo y en función de rescatar éste para nuestro país, en la misma medida en que mantengamos esta unidad y la fortalezcamos, en la misma medida en que, de una u otra manera, nuestra voz se identifique con las vastas masas de trabajadores de la ciudad y del campo, en la misma medida en que consolidemos este consenso y lo ampliemos, podemos tener la clave de la victoria y la
posibilidad segura, la perspectiva cierta de que no estamos solos y de que en esta lucha.

  Ciudadano Presidente: Ciudadanos Diputados: Durante mi exposición del miércoles pasado se produjeron dos circunstancias adversas: una, que no había quórum en la Cámara, y la otra, que se levantó la sesión cuando había hecho uso de la palabra durante quince de los sesenta minutos que reglamentariamente me correspondían para intervenir, y como resultado de ello mi intervención aparecía forzosamente recortada. Por estas razones he considerado necesario hacer ahora un breve resumen de lo que expuse en la sesión del miércoles pasado.

  Decía, al comenzar mi exposición, que la nacionalización de la industria petrolera había sido bandera permanente de las fuerzas revolucionarias del país; que había sido una consigna fundamental del Partido Comunista desde su nacimiento, y que la inmensa mayoría de nuestros militantes se había educado durante largos años en la lucha por la nacionalización del petróleo como un proceso importante que habría de llevarnos a la independencia y liberación nacional del país; decía que lo nuevo en esta oportunidad se encontraba en que la nacionalización había dejado de ser una bandera de los comandos revolucionarios, que había dejado de ser una bandera solamente del Partido Comunista, y que hoy se presentaba al país como una bandera de las mayorías nacionales; señalaba que cuando se produce el fenómeno en el que la nacionalización pasaba a ser una consigna de las mayorías nacionales era necesario meditar sobre los cambios nacionales e internacionales que la determinaban. En este sentido indicaba que buena parte de los fenómenos que hoy vivimos en Venezuela están en conexión con los cambios en la correlación de fuerzas que a nivel mundial se han operado.

  Dije que había que tomar en cuenta que hoy se vivía una marcada acentuación de la crisis general del capitalismo. Afirmé que dentro de esa crisis general del capitalismo era evidente la agudización de la lucha entre los grandes centros de decisión mundial del imperialismo. Sostuve que, en particular, se vivía hoy un período de aguda lucha entre los bloques del imperialismo, representados por Estados Unidos, por un lado, la Europa Occidental, por otro, y el Japón; indicaba yo que, como fruto de la lucha entre estos grandes bloques del imperialismo se había producido un debilitamiento del papel rector de los Estados Unidos en la economía capitalista mundial; que si bien los Estados Unidos seguía siendo una potencia mundial de primer orden hoy no podía actuar de la misma manera que en el pasado, y que, fruto de la lucha ínterimperialista que vivía el mundo, era la crisis monetaria, las devaluaciones sucesivas del dólar que reflejaban la pérdida progresiva de posición de los Estados Unidos dentro del mundo del capitalismo actual; señalaba que el segundo elemento importante a considerar se hallaba en el desmoronamiento del sistema colonial después de la Segunda Guerra Mundial y en la marcha ascendente de los pueblos por el camino de su independencia nacional; indicaba que la nacionalización del petróleo estaba estrechamente vinculada a este fenómeno y al fenómeno de los pueblos que en condiciones favorables, deciden trillar el camino de su propio desarrollo y de su propia independencia frente al imperialismo internacional; y, por último, indicaba, como un factor adicional, el importante y trascendental papel que hoy ocupa en la vida internacional el campo socialista, encabezado por la Unión Soviética, señalando que el desarrollo y fortalecimiento del campo socialista adquiere cada día una importancia mayor en las decisiones internacionales, y que ha pasado a ser una fuerza decisiva en la marcha de los acontecimientos mundiales. En este sentido, señalaba que la coexistencia pacífica, desarrollada como política consecuente por el campo socialista y, en particular, los fenómenos de la distensión mundial iniciada en las conversaciones de la Unión Soviética con los países capitalistas de Europa  occidental y expresados también en las conversaciones de la Unión Soviética con Estados Unidos, eran nuevos hechos importantes para todos los países que buscan el camino de su liberación nacional, y que la nueva situación creada, los nuevos elementos de distensión presentes a nivel internacional, facilitaban para nuestro país la toma independiente de su destino petrolero para usufructo y beneficio del pueblo venezolano.

  Cuando hacía esta introducción en el campo internacional, había querido destacar la importancia de los nuevos fenómenos mundiales como favorecedores para nuestro propósito de rescatar la riqueza petrolera de manos de las compañías aceiteras internacionales. Pero me parece que a esta introducción deberíamos añadir otros elementos.

  Para nosotros es importante, por ejemplo, la creación y el desarrollo de la OPEP. Consideramos que la actuación de la OPEP hoy en día forma parte de la lucha de los pueblos por su independencia, y, por lo tanto, consideramos que su combate diario se inscribe en el vasto frente que a nivel mundial da hoy rudos golpes al capitalismo monopolista internacional, a las grandes compañías internacionales, a los grandes centros monopolistas de consumo internacional de petróleo. Estimamos que la Organización de Países Exportadores de Petróleo se ha transformado en un instrumento eficaz de lucha de los países productores de petróleo, que su lucha y combate ha mejorado y fortalecido la correlación de fuerzas que hoy existe en favor de los pueblos y que ha contribuido de una manera importante a inclinar aún más esta correlación de fuerzas en favor de los pueblos. Para nosotros es importante el papel que ha jugado la OPEP en la fijación unilateral del precio del petróleo en la actualidad, pues hemos considerado siempre que las compañías aceiteras internacionales han hecho de la manipulación y de la fijación del precio del petróleo un recurso para maniatar y colocar a los países productores en una situación de dependencia.

  Por estas razones, la OPEP, al estimular el uso racional del petróleo y al fijar unilateralmente el precio del mismo, ha dado dos pasos importantes en la lucha que libran los pueblos del llamado “Tercer Mundo” por su independencia y por su soberanía nacional. Nos damos cuenta de que en su seno existen diferentes sectores; que en torno a la Mesa de la OPEP se sientan por ejemplo, jeques y emires del Oriente Medio; pero a pesar de la presencia de estos jeques y emires, nosotros debemos decir aquí, enfáticamente, como Partido Comunista, que ello no impide que reconozcamos el papel positivo que realiza la OPEP contra los grandes centros monopolistas del imperialismo internacional.

  Este debate que hoy se realiza lo interpretamos también como expresión de que ha madurado la situación nacional para lograr el rescate pleno del petróleo venezolano. Lo interpretamos en el sentido de que existen bases muy amplias para un consenso nacional. Y en este sentido queremos decir que los Proyectos que aquí se han presentado nos parecen interesantes. Saludamos los Proyectos del Partido Socialcristiano COPEI y del Movimiento Electoral del Pueblo. Consideramos que existen diferencias, pero no son tan grandes como para contraponer uno a otro Proyecto. Nos parecen positivas las intervenciones de los otros partidos. Nos parece positiva la intervención del Diputado Hernández Grisanti, quien en la reunión pasada habló aquí a nombre de Acción Democrática. En la exposición del Diputado Hernández Grisanti se fija como meta en este momento la anticipación de la reversión y se señala que el Estado Venezolano se reservaría toda la fase del proceso, desde la exploración, pasando por la explotación, hasta llegar al mercadeo. Y está claro que dicha exposición no se desprende, ni mucho menos, que se va fijar de una vez el destino total de la industria petrolera. No se habla, por ejemplo, de la Faja Petrolífera del Orinoco, ni hay ninguna disposición que la reserve para beneficio del país. Aparentemente de la exposición no se desprende que pasen a la Nación, por ejemplo, las áreas que se hallan actualmente en los Contratos de Servicio.

  Sin embargo, queremos decir aquí, que no obstante que la exposición nos parece moderada en sus metas, es, sin embargo, un hecho importante, políticamente significativo, que el Partido Comunista no tiene ningún obstáculo en considerar como progresista en las actuales circunstancias nacionales.

  El Partido Comunista quiere decir que no regateará su concurso a la posición expresada por el Diputado Hernández Grisanti. Tenemos plena conciencia de que el imperialismo acorralado, de que las grandes compañías, no obstante encontrar se actualmente a la defensiva, tienen todavía inmensas posibilidades e inmensos recursos para echar atrás las aspiraciones nacionales progresistas de nuestro pueblo. Nos damos cuenta de que las vinculaciones del Partido gobernante con la gran burguesía son y han sido muy poderosas y muy estrechas. Que estos sectores tratarán en lo posible de interferir y de mediatizar las aspiraciones expresadas por el Diputado Hernández Grisanti en su intervención en esta Cámara. Que por la vía de la dependencia tecnológica, o por la vía de garantizarse de una u otra manera privilegios en la comercialización, esas compañías pueden reconquistar el terreno que inevitablemente han perdido como fruto del desarrollo histórico nacional e internacional en materia petrolera.

  Somos y hemos sido partidarios siempre de la nacionalización petrolera. Pero aquí queremos decir que la profundidad del proceso de la nacionalización depende en buena parte de las fuerzas que lo impulsen. Para nosotros lo ideal sería que el actual proceso de nacionalización fuera el punto de partida para que nuestro país recuperara de una manera plena todas sus riquezas nacionales, hoy en manos extranjeras, y para que se iniciara el proceso real de nuestra independencia, el proceso real de utilización de nuestras riquezas en beneficio del pueblo. Entendemos que ese proceso en la actualidad, puede no realizarse a plenitud. Estamos, incluso, conscientes de que si bien hoy podemos imponer la nacionalización, ella puede eventualmente ser usufructuada, manejada por los grandes grupos económicos del país. También nos damos cuenta de que si no logramos levantar un poderoso movimiento popular en el país, es posible que este proceso no culmine favorablemente.

  Sin embargo, no creemos que inevitablemente la actual nacionalización sea fatalmente usufructuada por la gran burguesía del país. Pensamos que si en el actual proceso de lucha por la nacionalización participan las masas populares, participan los sectores obreros y campesinos del país, las capas medias y progresistas de nuestra Patria, si logramos conformar un frente en el que participen de manera decidida todos estos sectores, existe la posibilidad, perfectamente real, de que las conquistas que logremos a través de la nacionalización del petróleo, a través del adelanto de la reversión, sean conquistas definitivas, que eventualmente no puedan ser de ningún modo rebajadas, transformadas, mediatizadas, que luego caigan en manos de los grandes grupos económicos del país.

  En general, sobre la crisis energética nos parece que está bien establecido que existen dificultades a nivel mundial en el mundo capitalista, a mediano plazo. Que a corto y mediano plazo es un hecho que la energía que se consume a nivel mundial seguirá siendo básicamente el petróleo. Que para 1985 las necesidades petroleras norteamericanas probablemente tendrán que apoyarse en una importación cuantiosa. En particular sabemos que por lo menos el 50% del petróleo que consumirá Estados Unidos, estará vinculado a la importación, y que sus necesidades para ese momento se estiman aproximadamente en 30 millones de barriles. Sabemos también que hoy día, las principales reservas extraíbles de petróleo en Estados Unidos son, si apartamos sus reservas tradicionales en los Estados Meridionales, las que se hallan localizadas en las áreas submarinas, las que se hallan en esquistos bituminosos y en las reservas de Alaska.

 En general, estamos de acuerdo con que ninguna de estas reservas puede ser utilizadas de inmediato, y consideramos que el consumo energético, con todos sus altibajos, seguirá dependiendo en buena parte del petróleo, y, sobre todo, fundamentalmente todavía, de sus fuentes tradicionales de extracción, es decir, de Venezuela y del Medio Oriente, entre otros.

  Si bien la crisis a mediano plazo está bastante bien establecida, la crisis que se ha vivido en los últimos años, es eminentemente coyuntural: obedece a que en los últimos años el capitalismo internacional estaba en una fase de revitalización transitoria de su economía, ya que en los años 72 y 73, los inviernos fueron terribles y aumentaron el consumo energético; y, por último, a que la política nacional lista de los países árabes produjo una reducción en la oferta petrolera a nivel mundial.

  De esta exposición queremos sacar dos conclusiones. La primera, que como han dicho aquí muchos oradores, puede efectivamente contarse con un mercado cada vez más amplio para nuestro petróleo. Y la segunda, que casi con seguridad exisistirá una presión, la presión que ejercerá un mercado creciente, y esa presión puede traducirse en Venezuela en el uso irracional de nuestro petróleo. Es ésta una de las razones por las cuales el Partido Comunista considera que es necesario pasar ya a la nacionalización del petróleo, porque nuestro país está amenazado de que la utilización irracional de su petróleo, producto no renovable, traiga daños inconmensurables para el desarrollo de la economía nacional.

  Para nosotros, las dificultades energéticas a mediano plazo pueden no ser insolubles. Nosotros no creemos que definitivamente el mundo no pueda resolver dentro de algún tiempo las dificultades energéticas actuales. No, las dificultades existen, pero no son fatalmente insolubles. Es posible que en los próximos años se consigan vías, formas para resolver este problema. Pero entretanto el mundo consigue estas vías, la presencia de Venezuela y su aporte petrolero será importante, pero puede estar sometido al vaivén de las compañías petroleras internacionales si nosotros no logramos ya poner en manos del pueblo venezolano, o cuando menos de la Nación Venezolana, las inmensas riquezas que yacen en el subsuelo de nuestro país.

  Para nosotros, el fin de toda política petrolera hoy, pasa por el rescate del petróleo para Venezuela, pasa por la necesidad de estudiar de una manera seria y serena que nuestro petróleo deje de ser solamente un recurso manejado como combustible, pues estimamos, para el futuro de nuestra Patria, que lo principal habrá de ser, con una industria ya nacionalizada, el que busquemos de una u otra manera que el petróleo venezolano pase a ser la base fundamental, esencial, de un vasto programa petroquímico nacional, que permita eventualmente el uso racional de los recursos petrolíferos existentes en el subsuelo venezolano.

  Por estas razones, somos partidarios de la nacionalización del petróleo y consideramos que la industria petrolera por sí misma genera recursos suficientes que pueden permitir colocarla sobre sus pies y sin temor de ningún género a la mediatización extranjera.

  Creo que en el debate que se ha realizado en esta Cámara ha quedado suficientemente demostrado que el 99% del personal de las actuales compañías petroleras es venezolano. Por lo tanto, ha desaparecido una de las causales que habitualmente se nos imponía como un lastre para desvirtuar las posibilidades venezolanas de manejar su propia industria. También creemos que, dadas las dificultades del mercado internacional para resolver a mediano plazo y a plenitud sus problemas energéticos, nuestro petróleo, con la industria nacionalizada será un factor importante en la búsqueda de nuevas tecnologías. Al respecto, nosotros tenemos que hacer un esfuerzo serio y sincero para diversificar la búsqueda tecnológica. La tecnología no solamente existe en Estados Unidos. Existe tecnología británica, francesa, japonesa. Existe también tecnología en los países del campo socialista. Cuando vamos al rescate petrolero nosotros no debemos ver con pesimismo la
búsqueda de nuevas tecnologías para el desarrollo de nuestra riqueza petrolera.

  Por todas estas razones, el Partido Comunista estima que ha llegado el momento de la nacionalización de su petróleo. Pero queda la siguiente pregunta que queremos responder: ¿Esta nacionalización debe hacerse con o sin indemnización a las compañías petroleras? Aquí queremos decir, en primer lugar, que para el Partido Comunista la indemnización no es por sí misma un problema de principio. Nosotros admitimos que en algunas condiciones puede llegarse a la indemnización. Y admitimos que en otras condiciones, evidentemente, podemos oponernos a la indemnización. En las actuales circunstancias, nosotros queremos decir que estamos en contra de todo tipo de indemnización a las compañías petroleras. Nosotros nos preguntamos: ¿Qué es eso de indemnizar? ¿Debe el Estado venezolano realmente indemnizar a las compañías petroleras? ¿El Estado o la Nación Venezolana le han producido algún daño a las compañías petroleras por el cual nosotros tengamos que indemnizarlas? Yo pienso que esta no es la situación y que si revisáramos atentamente el negocio petrolero y todo lo que ha ocurrido desde que en este país se inició la exportación de nuestro petróleo, veríamos que al final, si alguien tiene que indemnizar, no es el Estado a las compañías petroleras, sino seguramente, las petroleras al Estado Venezolano.

  En efecto, desde hace muchos años es cosa sabida que las compañías extranjeras sacaron al exterior las inversiones que originalmente colocaron en el país. Se sabe que en los primeros diez años recuperaron con creces las inversiones que trajeron. Se sabe que a los precios actuales las compañías obtendrán en 1974, por ejemplo -como lo han dicho aquí algunos oradores previamente-un total de 26.000 millones de bolívares de utilidades, es decir, un poco más de cuatro veces el activo fijo neto que tienen las compañías aquí.

  Estas cuantiosas utilidades demuestran hasta la saciedad que la industria petrolera se auto sostiene. Que el negocio petrolero ha sido desde hace mucho tiempo un factor de descapitalización en nuestro país. Que las ganancias son tan fabulosas que lo que se puede decir es realmente que las compañías petroleras tienen una bomba de succión, el petróleo lo transforman en dinero y el dinero se lo llevan simplemente a Wall Street.

  Esta es la primera razón para que nosotros no planteemos la indemnización.

  La segunda razón es que son sumamente conocidas las maniobras que en el pasado pusieron en práctica las petroleras en la manipulación de los precios. Es un hecho que ha operado durante muchos años en nuestro país» que las petroleras, para evadir el Fisco Nacional, colocaban el petróleo a un precio bajo en el interior y vendían a las subsidiarias, las que luego colocaban el hidrocarburo en el exterior por encima del precio cotizado en el mercado interno. De esta manera succionaban cantidades inmensas de dinero del país, porque evadían el Fisco al fijar un precio por debajo de su cotización en el mercado norteamericano, por ejemplo.

  Salvador de La Plaza decía que el 53% del petróleo crudo y derivado exportado de Venezuela en 1960 fue a Estados Unidos para ser vendido y revendido a los precios vigentes en ese país, precios que no fueron afectados por las bajas de 1959.

  La tercera causa que a nuestro modo de ver obliga a que al nacionalizar su industria el país no incurra en el pago de indemnización, es las diferentes maniobras que las compañías petroleras han puesto en práctica utilizando la reducción de producción, por ejemplo, como un medio para influir en la política petrolera nacional. En este sentido cabe recordar las maniobras de las compañías petroleras en 1959, cuando redujeron la producción para contrarrestar las medidas fiscales contenidas en el Decreto del año 1958, que modificó la escala de impuesto complementario, elevado del 26 al 45% sobre utilidades mayores a los 28 millones de bolívares al año.

  El otro factor que debe tomarse en cuenta, es la burla que durante muchos años han hecho las petroleras del Decreto 178 del 15 de agosto de 1944. Este Decreto obligaba a las compañías petroleras a vender al Banco Central, a un precio determinado, todas las divisas ganadas en el exterior por venta de petróleo.

  Como se sabe, durante muchos años -y creo que todavía sigue siendo esto así- las petroleras siempre se comportaron de la siguiente manera: sólo una parte de las divisas adquiridas en el exterior era luego transformada en bolívares en el Banco Central. Es sabido que con estas divisas compradas, vendidas luego a la banca comercial, la Nación obtenía una ganancia adicional en el manejo de la cosa petrolera. Y se calcula (lo calcula el economista Héctor Malavé Mata) que del año 44 al año 60, el número de divisas del Banco Central obtenidas de esta manera estuvo siempre por debajo del valor de la exportación. El mismo economista ha señalado que entre el 44 y el 60 esto representó para la Nación una pérdida de 2.234 millones de bolívares.

  Y ¿qué decir de lo que ha ocurrido después del 60 hasta nuestros días? Puede decirse, que si se revisa esto con calma, las pérdidas de la Nación por esta razón deben ser cuantiosas.

  En quinto lugar, es necesario decir que el país ha estado sometido a una pérdida permanente de riquezas petroleras, expresada en la quema de su gas. Durante muchos años el gas se quemó sin que la Nación Venezolana pudiera recuperar el gas arrojado a la atmósfera. Leyendo recientemente las Memorias del Ministerio de Minas e Hidrocarburos de 1973, el gas perdido en la atmósfera se calcula en un equivalente a 3.308.119.700 barriles de petróleo. Si esta cantidad de petróleo se vendiera al precio irrisorio de un dólar por barril calculado a 4,20 bolívares, esto daría un ingreso bruto de --13.894.102.740 bolívares, es decir, que al precio irrisorio de un dólar por barril, a 4,20 el dólar, la pérdida representaría 13.894 millones de bolívares, aproximadamente. Si para los fines fiscales, esto lo tasamos a un 60%, encontraríamos entonces que el Fisco Nacional pudo haber perdido por encima de 8.336 millones de bolívares como ingreso fiscal. Si tomamos en cuenta que algunos cálculos fijan actualmente el activo fijo neto de las compañías petroleras en 6.273 millones, tenemos que llegar a la conclusión de que si le pasáramos la cuenta a las compañías petroleras, partiendo de los cálculos que acabo de hacer, éstas tendrían que reembolsarle a la Nación, en base a estos cálculos, que pueden ser modificados, pero que reflejan una realidad, por encima de 2.063 millones de bolívares.

  Ciudadano Presidente: Ciudadanos Diputados: Por estas razones hemos creído necesario señalar aquí que estamos en contra de que se indemnice a las compañías petroleras, aun cuando entendemos las razones respetables que puedan tener otras Organizaciones políticas para proponer la indemnización en su Proyecto, como lo han hecho, por ejemplo, nuestros compañeros, los combatientes del MEP. Pero sí queremos dejar sentado aquí también que si bien la indemnización para nosotros no es una cosa de principio -se puede o no indemnizar y nosotros estamos en contra de que se indemnice hoy- que si bien entendemos las razones que pueden tener otros partidos políticos para indemnizar, como nuestros compañeros los combatientes del MEP, no entendemos que se propicie la indemnización de las compañías petroleras sobre la base del temor al caos.

  En ese sentido creemos que los razonamientos según los cuales se debe indemnizar a las compañías petroleras porque son muy poderosas y si se nacionaliza sin indemnización puede producirse un desastre y el caos en el país, no son serios. En este sentido queremos ser enfáticos. Este tipo de razonamiento puede llevar a hacer concesiones peores, cuando no a la claudicación abierta y franca frente a las petroleras. Si hoy, para evitar el caos, indemnizamos a las petroleras, por la misma razón del caos, mañana podemos hacer concesiones cada vez mayores, hasta, incluso, entregar de nuevo la riqueza que hoy rescatamos para nuestro país. En este sentido queremos decir que el Partido Comunista admite que la indemnización no es un problema de principios, que el Partido Comunista piensa que hoy no se debe indemnizar, pero que estamos y estaremos contra todo tipo de claudicaciones fundadas en el temor a las represalias de las compañías petroleras y contra la idea de que se desarrolle y prospere ese temor en el seno del Parlamento venezolano.

  Eso es todo, ciudadano Presidente y ciudadanos Diputados.

Nacionalización (sin indemnización), control obrero y dictadura del proletariado; Reformismo vs. Revolución

Por considerarlo de interes estamos subiendo a nuestro blog, pcvlosguayos.blogspot.com, el  articulo de Manuel Sutherland publicado en kaosenlared.net titulado "Nacionalización (sin indemnización), control obrero y dictadura del proletariado; Reformismo vs. Revolución"

 Ante la copia de métodos burgueses de gobierno (control social), vuelven a la palestra Tres planteamientos expresados en el título de este escrito, que se constituyen como elementos de política realmente revolucionaria que darían un vuelco total al proceso bolivariano, cuya intención general, está orientada a la negación de la lucha de clases y a la conciliación de las mismas. Dichos avances, son el anatema de la burocracia e "intelectualidad" más abyecta, que suele aplaudir como focas en circo, cualquier novedosa ocurrencia del gobierno Bolivariano como: El trueque o el Banco Popular (Proudhon). Tres expresiones legítimas del desarrollo superior de la lucha de clases, son frecuentemente estigmatizadas por quienes blandiendo blasones rojos, argumentan la imposibilidad de mayor velocidad. Tres resultados y a la vez conquistas teóricas llevadas a la praxis en decenas de revoluciones e intentos, son aborrecidas por quienes tras bambalinas, apuestan a nada que cambie y a la más exasperante ralentización del ya gradual Proceso venezolano. ¿Pero por qué sucede eso?, ¿Cómo se vadean las urgentes tareas en aras de una altisonante unidad y de un metafísico confiar en una gradualidad, que nos entregué la sociedad del bienestar, que la historia se empeña en demostrar que por la vía de las reformas sería imposible?

Las nacionalizaciones (sin indemnización) o expropiación en el seno del Estado Obrero
    Recuerdo aquella cita de Lenin, al final de su libro Imperialismo, Fase superior del Capitalismo, en la cuál nos trae un apotegma de Saint Simón (1760-1865), donde se revela la necesidad de ordenar el caos capitalista, construir un ente que de manera Central organice la producción, distribución y consumo para satisfacer las necesidades estructurales de la población. Todo ello, es evidentemente perentorio, en aras de aprovechar los recursos y las fuerzas de trabajo empleadas en lo que realmente amerita la población, eliminando el gasto en armas, drogas, prostíbulos, casinos y los millonarios subsidios a la ineficiente burguesía criolla. Pero, ¿si esto es tan evidente, porqué no llevarlo a cabo? Fácil, por la Propiedad privada de los medios de Producción, que permite el usufructo del trabajo ajeno y autoriza a la burguesía a dirigir la producción de los bienes materiales, que garantizan la existencia de la vida. Esa dirección general de la producción por el empresariado, está hecha única y exclusivamente para generar ganancias, las más altas posibles en el menor tiempo posible. Por ello, surgen los fenómenos (que el gobierno achaca a la "maldad" o falta de nacionalismo de los empresarios criollos, como si no hubiera burguesía extranjera que hace lo mismo) de desabastecimiento, inflación, acaparamiento y la tan fementida especulación, que el chavismo sueña con solucionar con regulaciones, cuando no entiende que todo comercio es especulación, y que la ganancia que ellos llaman "exorbitante", es la búsqueda perenne y natural de todo empresario. Así, que empeñarse en la necesidad de conservar la propiedad privada, es la piedra de tranca que impide todo avance cualitativo en la estructura social venezolana.
    Por lo anteriormente expuesto, es menester acabar con la anarquía en la decisión económica, que permite que se produzcan millones de mercancías inútiles, que jamás realizarán su valor, y que acarrean inmensas pérdidas de trabajo humano. Sin embargo, para lograrlo es imposible emprender un quimérico proceso de reeducación y refinamiento de la burguesía nacional, como lo hace el gobierno. No hay forma de Planificar conscientemente todo lo que óptimamente se debe y requiere producir, para satisfacer las necesidades sociales, si el modo de producción capitalista sigue vigente en país (el 70% del PIB, fue producido por el sector privado en el 2008).
    La imposibilidad de programar, se entiende a simple vista, en la manera en que cada agente económico actúa de forma libérrima frente al mercado, y por ende, puede destinar su capital (plusvalía enteramente extraída a la Clase Obrera) a los negocios que virtualmente le de la gana, en el momento que le de la gana. Así, cuando se puede requerir inversiones en el agro o en el área de la manufactura, el empresario decide jugar a la ruleta de la bolsa de valores o invertirlo en importar películas pornográficas (muy en sintonía con el porno ejército de USA). De esa forma, se denotan las distorsiones económicas que la mano invisible de manera mágica, no logra equilibrar, y el caos se avecina con una pingüe cantidad de quiebras y de bares repletos de despechos monetarios. Así, la nacionalización sin indemnización, o premio a al burguesía por explotar y expoliar al pueblo, es una tarea inaplazable de cualquier gobierno ligeramente sensible al hambre y al atraso del nuestro.
La revolución no tiene nada que ver con las reformas y cambios sucesivos
    Algunos dicen que no es necesaria una revolución socialista, es decir, un cambio realmente drástico donde una clase destruya los cimientos políticos y el poder económico de otra. Abiertamente comentan, que: "poco a poco, iremos arreglando las cositas que halla que acomodar".  Una visión así, sólo proviene de quien se está beneficiando del sistema, y sólo aboga por su sostenimiento (reformismo). Ellos, plantean ligeros cambios que no cuestionen la esencia explotadora y opresiva del sistema, estando en los puestos de poder, para mantener la opresión y explotación (reformismo). Tratar de modernizar los aparatos del estado burgués y no destruir todas las relaciones sociales que en el se sustentan es reformismo. Creer que el Estado hecho por y para los capitalistas, es neutro o un aparato útil para la transformación (es reformismo). Creer que se pueden cambiar las mentes, las formas del pensamiento e inducir a la solidaridad y a la cooperación dentro de una sociedad capitalista, donde la avaricia y la destrucción de los competidores es un valor que se desarrolla en los centros de deformación ideológica (escuelas, liceos, universidades, televisión, prensa etc.) no es más que reformismo.
    Pero las reformas tienen un fin claramente antirrevolucionario. Las mismas, son planteadas   para atenuar la lucha de clases y frenar los intentos de emancipación de una clase oprimida. Las reformas son concesiones que en momentos de peligro la burguesía se ve obligada a ceder, para evitar un mal superior: la revolución socialista. En la revolución perderían su dineraria autoridad de mandar, explotar y humillar a millones, es decir, se lesexpropia el capital que fue producido por los trabajadores y que ellos expropian a diario.
    Las reformas, como agregación o sumatoria, no conducen a la revolución, ni una acumulación de reformas produce la revolución, por el contrario, tienden a atenuar el espíritu de transformación del sistema, y a convertir a una densa capa de los administradores de ese bodrio, en fríos y estólidos burócratas. Tampoco la acumulación de buenas reformas resulta en revolución. Las mejores reformas apenas podrían medran el poder de la burguesía, pero la burguesía como clase dominante busca compensaciones y ejerce presiones para seguir fortaleciéndose de cualquier forma, y su robustecimiento radica en su próximo regreso al poder político, donde ajustará cuentas con quienes cuestionaron su proceder (el fascismo en Chile, luego de las concesiones "democrático burguesas" de Allende, causó la muerte a cientos de miles, y el atraso en el proceso revolucionario de toda América latina)

¿Podemos cambiar con reformas nuestra conciencia capitalista?
    Creer que se pueden hacer ligeros cambios y poco a poco ir "concientizando" a las masas, para luego hacer avanzar al "proceso" a instancias superiores, se equivocan de plano. La mayoría de las gentes (gentes, por decir algo) que insinúan tamaño despropósito, saben de antemano que pretender cambiar la mentalidad capitalista (ellos la llaman Consumista) sin derrotar el capitalismo, es una falacia del tamaño del Empire State (usando un ejemplo muy capitalista).   En su fementido "error", creen que las bases pueden dejar de ser reproductores de plusvalía ideológica (Ludovico Silva) mientras a diario van a centros de-formación ideológica, en los cuales se les inocula la fraseología hueca y reaccionaria de la "normalidad" del sistema, del salario justo, de la "sana" competencia, la empresa con responsabilidad social etc.
    No sólo es eso, los trabajadores al llegar al trabajo tienen jefes que los pisotean y al salir del laburo, ven que la sociedad premia a los explotadores con fortunas aptas para comprar: amor (sexo), amistad (adulación), respeto (miedo) y cultura (libros que jamás serán abiertos). Mientras quienes se afanan y no se aprovechan del trabajo de nadie (OJO: obreros, no empresarios Bolivarianos), tienen como recompensa la miseria. ¿Más?, los mal llamados medios de comunicación, mejor denominados como: aparatos de propaganda ideológica, realizan la labor de machacar la falsa conciencia, irrigando dosis de de-formación filosófica capitalista, que los conmina a ser "buenos" esclavos, a trabajar para otros con gusto, a soñar en explotar a otros, o aprovecharse sexual y emotivamente de los demás y solidificar el egoísmo que sólo ve soluciones a sus problemas dentro de sí mismo. Esta metafísica burguesa,   hace confundir a las masas, disfrazando que el conflicto es social y que su salida estructural radica en transformar estructuralmente TODO EL SISTEMA capitalista. Pensar lo contrario es reformismo.
¿Es revolucionario ser "progresistas o insultar a EEUU y querer al Pueblo?
    La revolución no son pasitos que se dan hacia algo mejor, esbozado de manera difusa y chapucera. La revolución tiene enemigos, además de los tránsfugas, esquiroles y reformistas. ¿Quiénes son?, la burguesía, los terratenientes y los políticos que detrás del progresismo niegan la revolución. La burguesía, no es sólo la Gente que vive del trabajo que realizan otros, contratados bajo relaciones salariales formales. También hay burgueses informales, legales o ilegales (burgueses de la droga, casinos, burdeles etc.) Todos ellos, se esfuerzan denodamente en acumular riquezas que crecen de forma inversamente proporcional a la pobreza que generan. Todos ellos, más que nunca y 24 horas al día, hacen denodados arrestos de profundizar la lumpenización del pueblo más pobre, sometiéndolo a procesos de depauperación intelectual, material y espiritual.
    Los Patroncitos organizan el trabajo, según sea vayan distribuyendo el capital por determinada actividad, por ello, controlan: ¡qué, cómo, cuándo y dónde se producirán la totalidad de bienes que debemos consumir para poder sobrevivir¡ Esa elite, cada vez más reducida, direcciona todos los procesos productivos, mediante su posesión cada vez más concentrada y centralizada del capital, entendida   en este caso, como la totalidad de medios de producción que sirven para producir los bienes y servicios que consumimos.
    Por tanto, si ellos lo tienen todo, de que sirve ocupar el estado (una construcción suya apta para administrar sus intereses de clases y defenderlos ante cualquier sublevación de los oprimidos) si no se hará la revolución. El pueblo se cansa y obstina. Su apoyo no es incondicional, no es un chorro que se abre y cierra en cada elección (o única forma alienada de participación política), los problemas acuciantes ya pocos se los endilgan al pasado; la pobreza, el hambre y la lumpenización profunda que la burguesía en sus diversos roles ejerce sobre la población, impedirá avances sólidos de las bases, si sus relaciones sociales son abiertamente capitalistas, antagónicas y hostiles.
¡Expropiar o no Expropiar, he ahí un dilema, de quienes de socialismo nada saben¡
    Sólo arrebatándoles el capital, que es nuestro, que fue producido por la clase trabajadora y expropiado por los patrones, se podrá re-organizar el trabajo, para evitar la miseria, la desocupación, la infelicidad y esa sensación de desasosiego que generan la explotación y las diferencias de clase que con las reformas, generalmente se acentúan. El entusiasmo de las bases populares por el socialismo no es eterno, se extingue si no hay medidas socialistas que revolucionen el des-orden anárquico burgués. La gente se cansa de esperar y es imposible comprar con asistencias, dádivas y clientelismo a toda la clase obrera. O se hace la revolución, o el papel que se ejerce es el de cerrar las vías hacia ellas, el de contener el descontento, la rabia y canalizarlo por la vía institucional burguesa, fortaleciendo a la clase que disfruta y sobrevive gracias a la indigencia. Sin expropiación no habrá revolución, y sin ella, lo que queda es la barbarie.
  *Manuel Sutherland (Ccs. 12-09-2009)
Coordinador de Formación de la Asociación Latinoamericana de Economía Política Marxista (ALEM)